(2001 - 2004)
1.-
Los murciélagos
2.-
El sapo entrometido
3.-
El jaguar y el leopardo
4.-
Los sapos y la tortuga
5.-
La ardilla y el topo
6.-
El lobo y los carneros
7.-
La jirafa generosa
8.-
El caballo florista
9.-
Los adolescentes condiscípulos
10.-
La perrita generosa
11.-
El caballo y el burro
12.-
El perezoso y la hormiga
13.-
El borrico indiscreto
14.-
La hormiga solidaria
15.-
Los hombres y la barca
16.-
La viga y la astilla
17.-
El campesino y su enemigo
18.-
El pulpo pedigüeño
19.-
El buzo y la ostra
20.-
La llama y el bosque
21.-
El rico y la harapienta
22.-
La araña cazadora
23.-
La comadreja y el ratón
24.-
El gorila y el chimpancé
25.-
El mapache y los castores
26.-
El burro y el conejo
27.-
El elefante y la cornaca
28.-
El pez indiscreto
29.-
El tigre, el gorila y el cerdo
30.-
La escalera quejumbrosa
31.-
El mono que quiso ser rey
32.-
El borracho y los mendigos
33.-
El pollito mentiroso
34.-
La mariposa y la lagartija
35.-
La mano derecha
36.-
El cocodrilo y el mono
37.-
El padre, el hijo y el caballo
38.-
El león, el elefante y la jirafa
39.-
Los payasos y los tigres
40.-
Nadador pretencioso
41.-
El guardián y los mandriles
42.-
La hiena embustera
43.-
El pingüino sabelotodo
44.-
El chanchito engreído
45.-
El faro y el barco
46.-
La higuera y la parra
47.-
El gallo desinformado
48.-
El mosquito, la mosca, el camaleón
49.-
La polilla y el ladrón
50.-
La madre y el niño
51.-
Las grullas y el cigoñino
52.-
El niño y el ladrón
53.-
El asno y la pandereta
54.-
La hormiga y la cigarra
LOS
MURCIÉLAGOS
Un pequeño murciélago
acostumbraba salir de su cueva apenas el día se apagaba, por lo que era uno de
los que más insectos lograba capturar para su alimentación. Como era un murciélago muy amiguero,
acostumbraba llevar un poco de insectos
para compartir con otros murciélagos que, o estaban enfermos o no había tenido
suerte en su incursión nocturna.
-Oye, tú, le
dijo un murciélago negro a aquel murciélago generoso. Por qué eres tan tonto y en vez de estar
repartiendo tantos insectos entre los otros, no los guardas para ti, así no
tendrías que salir todos los días a cazar.
El murciélago se sonrió
y le dijo
-No hay que ser
egoísta y pensar en los demás, en aquellos que necesitan y no tienen y en los
enfermos.
Una noche el murciélago
se golpeó un ala por lo cual no pudo ir a cazar. Nadie le dio de comer, nadie se preocupó por
su salud y así se estuvo los tres días que duró su convalecencia. El único que se llegó hasta él fue el
murciélago negro, pero no para socorrerlo, sino para recriminarlo.
-Vez, pequeño tonto
lo que les sucede a aquellos que como tú se preocupan por otro y no por sí
mismos. Mírate como has enflaquecido,
los huesos se te notan con facilidad por debajo de la piel.
El murciélago enfermo
lo miró con ternura y, sonriendo, le dijo:
-Yo cuando ayudo a
alguien no espero que este me retribuya el favor. Lo hago porque me place ayudar a mi prójimo.
El murciélago negro, haciendo una mueca de fastidio, se marchó sin
saber entendido las palabras del pequeño murciélago.
Haigerloch,
26 de Agosto de 1997.
Moraleja
“Hay
más felicidad en dar
que
en recibir”
EL
SAPO ENTROMETIDO
En un pantano había un
sapo que tenía la mala costumbre de meter la cuchara en plato ajeno, esto es,
entrometerse en las conversaciones ajenas sin importarle las consecuencias de
su intromisión.
Un día discutían
acaloradamente una rana y un pequeño mono, porque este último había dejado caer
una cáscara de plátano sobre la primera.
El sapo que pasaba por ahí, dio su opinión favoreciendo a la rana. El mono reaccionó de inmediato dándole una
bofetada que lo clavó de cabeza en una charca.
Las frecuentes golpizas
que recibía el sapo no mellaban su indiscreción, de ahí que siempre se le viera
con algún rasguño en la cara o con algún ojo amoratado. Pero no sólo era un entrometido, sino que se
deleitaba divulgando todo aquello que escuchaba.
-Eres un sapo
lenguaraz e indiscreto, le decía la serpiente al sapo, mientras su áspera
lengua entraba y salía de su boca amenazadoramente.
Una tarde en que se
encontraron el oso y el mono, el primero le dio una golpiza al pobre simio que
lo dejó maltrecho. La causa de todo
había sido un chisme que el sapo, maliciosa-mente, había deslizado en la oreja
del oso. La venganza no se hizo esperar,
y el pobre sapo terminó sus días sin poder sacarse el bozal que el mono se
había encargado de atar fuertemente en esa boca indiscreta.
Haigerloch,
26 de Agosto de 1997.
Moraleja
“Debemos tener prudencia con nuestra lengua y no
ser precipitado en nuestras palabras”
EL
JAGUAR Y EL LEOPARDO
Un jaguar y un leopardo
discutían constantemente por establecer cuál de los dos poseía la piel más
hermosa. Buscando solucionar sus
discrepancias, ambos felinos recurrieron al rey de la selva.
-Díganos majestad,
cuál de nosotros dos cree usted que posee la piel más vistosa, preguntó el
jaguar al león.
El león los miró con
indiferencia y se retiró, como indicándoles que no perdía el tiempo en
discusiones tontas.
Pero la vanidad que
envolvía a ambas fieras los llevó a probar suerte con el cocodrilo.
-Oye, tú amigo
cocodrilo, queremos que nos digas cuál de nosotros posee la piel más hermosa, dijo
el leopardo, cuya piel rojiza con redondas manchas negras le daban un aire de
superioridad sobre su oponente.
-Si se acercan un poco
más podré verlos mejor, y así podré decidir cuál de los dos es el que tiene la
piel más hermosa. Ya tengo mi edad y no
puedo ver bien a esa distancia, contestó
el astuto reptil.
-Crees que somos
tontos, viejo matrero. Lo que buscas es
que nos acerquemos para que saques a relucir tus filudos dientes.
-¿Qué haremos ahora? Preguntó el
jaguar al leopardo muy desilusionado.
-No te preocupes, contestó el otro.
Sé quien nos podrá dar una real respuesta.
Al otro día, un cazador
aficionado lucía en la pared de su cabaña, la piel de aquellos dos felinos que
por satisfacer su vanidad, habían caído en el sito equivocado.
-No me equivoco al
afirmar que los dos son una belleza, se decía a sí mismo el cazador, contento de
haber topado con aquellos tontos animales.
Haigerloch,
16 de Agosto de 1997.
Moraleja
“Los ostentosos caen fácilmente
a causa de su vanidad”
LOS
SAPOS Y LA TORTUGA
“No es digno
aprovecharse de las debilidades de otros”
Estaban en un estanque
un sapo y una tortuga, cuando llegó el guardián que diariamente les llevaba la
comida y, como era su costumbre, arrojó los alimentos destinados a ellos en
forma desordenada. Los sapos,
aprovechando sus elásticos saltos, se abalanzaron sobre las verduras ahí caídas
y las devoraron con gran rapidez.
Mientras tanto la tortuga luchaba por llegar a tomar algo d a alimento
antes que los batracios, pues, casi todos los días, las dejaban sin
alimento. Cuando ya casi había cogido un
trozo de lechuga, un pequeño sapo le arrebató el alimento.
-Un momento amiga, esta
rica lechuga es par este sapito que aun no llena su pancita, así que por favor
hazte a un lado y déjame pasar.
La pobre tortuga,
resignada a su triste destino, se fue a un rincón a esperar la muerte, pues, su
cuerpo, ya debilitado, no podía ni sostener la carga de su caparazón.
Pero como Dios siempre
se acuerda de sus hijos, una mañana el guardián se dio cuenta de las penurias
que sufría el pobre animal y optó por separarla de los sapos y la colocó en una
hermosa jaula donde tuvo hasta un pequeño estanque con agua cristalina para
ella sola.
Haigerloch,
09 de Julio de 1997.
Moraleja
Avergüénzate
de morir si no has ganado aún alguna victoria para la humanidad.
Vivía en un gigantesco
árbol una ardilla que se pasaba gran parte del día recolectando bellotas, las
cuales fue acumulando durante el invierno y parte de la primavera. Todo el mundo se quedaba asombrado de la enorme cantidad de fruto acumulado por la
pequeña roedora, menos el pequeño topo quien se quejaba de que la ardilla bajaba
por las mañanas de su árbol, con la finalidad de pedirle a todo aquel que se
cruzaba en su camino algo de comer.
-Es inaudito, se
lamentaba el topo, que esta pequeña arpía ande pidiéndole alimento a todo el mundo. Es una desvergonzada, su tacañería es ya
conocida por todos, pero nunca falta algún incauto siempre obtiene algún
beneficio.
La ardilla, lejos de
sentir vergüenza, toma lo que le daban e iba hasta su árbol donde sólo ingería
la mitad de lo recibido.
Su desvergüenza fu
tanta, que compartía los alimentos ajenos con otros, pero cuidando siempre de
guardarse la mejor parte.
Un día en que la
ardilla enfermó, un gran número de ratas, aprovechándose de la situación,
arrasaron con las riquezas alimenticias de la pobre ardilla, quien vio así desaparecer
aquello que tanto le había costado reunir.
Pero la pobre o quedó
en el abandono, pues, a pesar de haber tenido un mal comportamiento, quienes la
conocían la socorrieron buscando con este gesto que ella recapacitara y
cambiara su forma de ser.
Haigerloch,
02 de Julio 1997.
Moraleja
“A quienes pretenden ser generosos con lo de otros,
pero son mezquinos con los bienes propios.
EL
LOBO Y LOS CARNEROS
Todas las mañanas, un
lobo acostumbraba observar a un grupo de carneros a quienes pensaba devorar. Astuto como era, el lobo se deslizaba, casi a
rastras, por entre los peñascos de la montaña en que vivía. Ya había elaborado en su mente diabólica un
plan para ir haciéndose de los lanudos animal.
Para esto, había guardado la piel de una oveja, a quien había dado
muerte tiempo atrás. Cubierto con la
piel, el lobo descendió una mañana muy temprano y se escondió entre unos
arbustos, esperándola la pequeña manada. Al poco rato, los vio aparecer en compañía de
un pastor y algunos perros. Esto no lo alarmó,
pues, se sentía muy protegido bajo esa blanca piel. Ya metido entre los pequeños animales, el
lobo comenzó a buscar la presa más sustanciosa.
Cuando la encontró, no
dudó en saltar sobre ella, pero grande fue su chasco al comprobar que bajo la
lana se escondía un enorme perro quien logró darle un fuerte mordisco en la
cola haciendo que el lobo emitiera un fuerte y prolongado aullido. Al instante,
cuatro canes más se despojaron de las pieles que los encubrían y se lanzaron
sobre el infeliz animal que no encontraba camino seguro para su huida. Parece ser que el lobo no murió, pero lo que
sí hubo certeza, es que el animal no se le volvió a ver nunca más. Los perros guardaron como trofeo y por mucho
tiempo la peluda cola, pero se entristecieron mucho, cuando en una noche de
luna esta desapareció par siempre.
Haigerloch,
19 de Julio de 1997.
Moraleja
“Tendemos
a equivocarnos cuando no evaluamos con certeza nuestros cálculos”
LA
JIRAFA GENEROSA
En cierta parte de un
bosque los frutos de algunos árboles crecían en los lugares más inasequibles
que se pueda imaginar: Entre las ramas
más endebles, en las altas copas, e inclusive en las yemas de algunas
ramadas. De ahí que algunos animales se
privaran de tan deliciosos y suculentos frutos los cuales la mayoría de las veces se descomponían en el árbol y
caían a tierra en estado de putrefacción.
Pero por los alrededores habitaba una enorme jirafa que con su largo
cuello y filuda cabeza, recorría los
árboles frutales recogiendo frutos y distribuyéndolos entre los animales
pequeños.
-Gracias, amiga, decía
alegremente un obeso tejón. Les contaré
a todos la buena acción que has hecho conmigo.
La jirafa, moviendo la
cabeza de un lado a otro, le decía:
-De ninguna
manera. Si lo haces no te volveré a dar
ningún fruto y entonces te quedarás con hambre.
El animal se iba sin
entender la actitud de la jirafa, pero contento de los frutos que tenía.
Luego te tocó el turno
a un viejo mono, que debido a tener una de sus patas torcida, había perdido la
agilidad como para trepar en aquellos empinados árboles.
-Gracias, jirafita,
eres un ser muy dulce y bueno. A todos
contaré de tu bondad.
Nuevamente la jirafa se
negó, quedando el simio sumamente desconcertado. Todos siguieron disfrutando de la ayuda
desinteresada que la jirafa les brindaba y con el tiempo aprendieron también
ellos a ayudar a otros in esperar retribución ni reconocimiento alguno.
Haigerloch,
05 de Agosto de 1997
Moraleja
“Las buenas acciones no
deben ser mencionadas a los cuatro vientos, el mérito está en callarlo”
EL
CABALLO FLORISTA
Gustaba un joven
caballo pasearse por los campos desde muy temprano en busca de tiernas flores
las cuales olisqueaba y después devoraba con suma complacencia.
-Unas abejitas que
lo vieron; le dijeron muy enfadadas.
-Oiga usted, grandote,
debería avergonzarse de estar comiéndose aquellas tiernas florecitas. No se da cuenta que Dios las ha puesto por
doquiera para que con su colorido den belleza a los campos, a los bosques y a los
jardines.
El caballo abrió los
ojos muy sorprendido y replicó.
-Y acaso ustedes, así
como las mariposas y los pájaros no las dañan también con sus aguijones y sus
picos.
-Te equivocas de cabo a
rabo, grandulón. Nosotras como los
pájaros y las mariposas sólo extraemos el polen para preparar nuestra
miel. Por otro lado, los insectos contribuimos a diseminar el polen
que es el polvillo fecundante de las flores.
El caballo escuchó
atento todas aquellas razone.
Moviendo su cola,
mostró su conformidad. Desde ese día,
las abejitas gustan posarse sobre el lomo del caballo para que este los paseara
a través del campo.
Haigerloch,
03 de Agosto de 1997.
Moraleja
“Por desconocimiento solemos
hace cosas perjudiciales”.
LOS ADOLESCENTES CONDISCÍPULOS
Estaban dos
adolescentes discutiendo sobre la importancia del aseo en el desarrollo físico
y espiritual del hombre, cuando el menor de ellos manifestó su discrepancia de mala manera, provocando la
reacción del otro.
-Qué pasa contigo,
amigo, es que acaso en la escuela no has aprendido a conversar con
tranquilidad.
El adolescente menor se
sintió afectado por aquella llamada de atención y, más aún, por la presencia de
otros muchachos que estaban escuchando. Entonces su reacción fue violenta.
-Oye, tú, tonto
pestilente. Qué te crees, que por tener
unos años más que yo puedes tratarme como si yo fuera tu hijo, pues, te
equivocas sonsonete.
El adolescente mayor se
sintió avergon-zado y, cabizbajo, se alejó cargando aquella rehíla de
inmerecidos insultos. Pasado los días a
conciencia comenzó a trabajar en aquel jovenzuelo malcriado y engreído que
había osado agredir verbalmente a su condiscípulo cierta noche en que la
mayoría de los jóvenes que presenciaron la agresión estaban presentes, como
salido de las sombras apareció la figura del adolescente agresor.
-Queridos amigos, dijo
con voz dulce y suave. Es de hombres
reconocer su falta y más aún para tener el valor de reconocer ésta
públicamente. Quiero delante de ustedes,
pedirle a mi condiscípulo disculpe mi falta, mi carencia de tino y juicio para
sostener una conversación alturada. Los
insultos son fácil decirlos, lo difícil e hidalgo es reconocer nuestra falta y
disculparnos.
Ambos amigos se unieron
en un abrazo, sellando en él su indestructible amistad.
Haigerloch,
02 de Agosto de 1997.
Moraleja
“Fácil es proferir
insultos al prójimo, lo difícil es saber reconocer nuestros errores y pedir
disculpas”.
LA
PERRITA GENEROSA
Enterada una perrita
que otra compañera suya había dado a luz un considerable número de perritos,
acudió a ayudarla en el cuidado de estos.
-Vaya, amiga, tú sí
que sabes hacer las cosas en grande.
Quince cachorritos es un número difícil de alimentar, más aún ahora que
estás demasiado débil y que tus mamas no dan
la suficiente leche.
La madre se puso
triste, y pensó que perdería a algunos de sus críos por no tener con qué
alimentarlos.
-No te preocupes, yo
me encargaré de que a estos pequeñitos no les falte su leche, ya verás, dijo
decida la perrita generosa.
Lo primero que hizo fue
ubicar a todas aquellas madres que estaban dando de lactar a sus críos y luego,
tuvo que transportar a los cachorros uno por uno para que lactaran.
Así trabajó la perrita
generosa hasta que se agotaron sus fuerzas, pero logró a través de los días
cumplir con su objetivo.
Tiempo después, la
perrita fue atropellada por un automovilista, descuidado. Todo el tiempo que duró su convalecencia, la
perrita generosa fue visitada y atendida por un gran número de perros que
cuando pequeños fueron atendidos por ella.
Haigerloch, 03 de
Agosto de 1997.
Moraleja
“La bondad para con los
demás
tiene su recompensa”
EL
CABALLO Y EL BURRO
Estaba cargando
costales de cebada sobre el lomo de un burro, cuando un caballo le dijo:
-No te muevas mucho
porque sino se caerán los costales y se perderá el cereal.
-Eso ya lo sé; tú crees
que un burro no posee la misma inteligencia que un caballo.
No Bien el animal hubo
terminado de hablar cuando al suelo cayeron dos de los pesados fardos. De inmediato, el burro recibió dos latigazos
que lo hicieron cocear. Rato después,
cuando atravesaban un pequeño puente, el caballo le dijo al burro:
-Ten cuidado cuando
pases aquel puente, pues, varias maderas están sueltas y puedes hundir una de
tus patas en alguna rendija y eso...
-Ya sé, interrumpió
bruscamente el interpelado, puedo caerme y botar mi carga. Sabes lo que me molesta de ti, amigo, es el
hecho de que me estés dando consejos como si yo fuera un insensato.
Al cruzar el puente, el
caballo lo hizo sin ningún inconveniente, mas no así el testarudo burro, quien
tropezó con una de las maderas sueltas, dando con la carga en el pequeño
abismo. La pobre bestia recibió entonces
una retahíla de azotes que lo obligó a doblar las patas.
Al llegar a su destino,
lo primero que hizo el dueño de la cebada fue vender al burro, a un precio muy
por debajo de lo normal.
Haigerloch,
01 de Agosto de 1997.
Moraleja
“El
que quiera aprender debe sacarse los algodones de la oreja y ponérselos en la
boca”.
EL
PEREZOSO Y LA HORMIGA
Una pequeña hormiga se
levantaba muy temprano y comenzaba su ardua y rutinaria tarea de llevar hojas y
restos de insectos hasta su hormiguero.
Todos quienes la veían, no cesaban de halagar su fuerza, su
perseverancia y su entusiasmo para realizar su trabajo: Cerca de ella, un
perezoso seguía durmiendo como esperando la hora del almuerzo para despertarse.
-Miren que animalito
más trabajador, decía un ruiseñor, mientras se preparaba para cantar su
primera canción matutina.
-Es un dechado de
virtud. Ella no necesita de amos ni mayordomos para cumplir con su
responsabilidad, agregó el mirlo bastante molesto al ver al perezoso
dormitando.
-Hasta cuando
estarás colgado de esas ramas y con los brazos cruzados, sinvergüenza, replicó
con voz atronadora un viejo búho. No eras más que un vagabundo,
concluyó.
Por más llamadas de
atención que recibió, el animalejo siguió haciendo de las suyas, hasta que la
miseria y la pobreza terminaron con sus días de vagabundeo.
Haigerloch,
10 de Agosto de 1997.
Moraleja
“Quien conoce sus deberes y obligaciones,
no necesita que se le esté recordando cuáles son”
EL
BORRICO INDISCRETO
En una cabaña vivía un
joven mozo que gustaba embriagarse los fines de semana, faltando así a sus
labores del campo, lo cual ponía de mal humor a su empleador, quien ya comenzaba
a dudar de la autenticidad de las justificaciones del mozuelo. Cuando el muchacho aparecía montando en su
borrico, el empleador le decía:
-Qué excusa me traerás
ahora, desvergonzado borracho. Bien que
sabes cuidar que nadie sea testigo de tus malas andanzas, pero ya me las
pagarás, pues algún día la lengua de tu borrico hablará y delatará con lujo de
detalles toda tu canallada.
El cretino, lejos de
sentir vergüenza de su actitud, continuó con sus vicios. El pobre borrico se pasaba días sin probar alimento
alguno, pues, el muchacho se olvidaba de darle de comer o bien no tenía dinero
para comprarle su alfalfa y su heno.
Cansado de tanto maltrato, el borrico comenzó a solicitar alimento por
aquí y por allá. Tal noticia llegó a
oídos del empleador del muchacho, quien por una buena paca de heno, logró una
detallada confesión del resentido animal.
El muchacho fue despedido de sus labores agrícolas y no tardó en sumirse
más y más en el consumo de alcohol muriendo al poco tiempo. El borrico, viéndose abandonado y
desamparado, se puso a deambular por los bosques cercanos, donde los lobos
dieron fácil cuenta de él.
Haigerloch,
02 de Agosto de 1997.
Moraleja
“Toda indiscreción trae consigo
malestar a quien la
comete”
LA
HORMIGA SOLIDARIA
Había una vez una
pequeña hormiga que por ociosa y descuidada, se había quedado sin hogar; nunca
se preocupó por construir una vivienda para poder vivir en ella, de ahí que
cuando se sintió realmente desamparada, que a solicitar hospedaje a la casa de
otra hormiga, a sabiendas de que ésta tenía buen corazón. Fue recibida con un sin número de atenciones,
pero al día siguiente comenzaron los primeros inconvenientes.
-Oye, amiga, debes
levantarte apenas el sol aparece en el horizonte, para trabajar, dijo la hormiguita dueña de casa..
Al segundo día:
-Qué barbaridad, comes
y dejas la cocina que es un asco.
Al tercer día:
¡Ay! Dios mío, qué voy a hacer contigo perezosa,
ni siquiera lavas el plato en que comes.
Al cuarto día:
-Otra vez dejando tu
ropa y tus zapatos por todo el cuarto.
Fueron tantas las
llamadas de atención que la hormiguita no soportó más y se marchó. A los pocos días tocaron a la puerta de la hormiguita solidaria, quien
tocaba no era otra que la hormiga a la cual había llamado al orden infinidad de
veces.
-¡Hola, linda amiga: Te
extrañará mi presencia, pero no podía dejar de decirte que mi comportamiento ha
cambiado tremendamente!
Era cierto, aquella
hormiga haragana, desaseada, descuidada e irresponsable, se había transformado
en una aseada, cuidadosa, trabajadora y responsable hormiga.
La hormiga solidaria
insistió en que volviera a vivir con ella y la otra aceptó. Se volvieron amigas inseparables.
Haigerloch,
28 de Agosto de 1997
Moraleja
Las críticas que nos hacen nos sirven para ver nuestros
errores y corrigiendo estos, crecemos como personas.
LOS
HOMBRES Y LA BARCA
Acostumbraban unos
amigos salir a pasear en una barca. Un
día uno de ellos se quedó dormido mientras el otro lanzaba su anzuelo en el mar
para ver si pescaba algo para llevar a su casa.
Así estuvo largo rato sin pescar nada.
A las pocas horas, el cielo oscureció y una tempestad amenazó con mover
el mar. Rápidamente el hombre se colocó
el único salvavidas existe y se arrojó al mar abandonando a su amigo que, aún
dormido, seguía descansando plácidamente ignorando el peligro que corría. Cuando la marea estuvo encabritada, el hombre
despertó y vio a su amigo que ya estaba a una gran distancia.
-Traidor y
miserable, fue lo único que atinó a decir el pobre hombre mientras tomaba
su remo para iniciar su titánica lucha por salar su vida.
A las pocas horas, el
mar amainó su bravura y la barca y su asustado ocupante lograron capear el
temporal. Ya en la orilla el hombre
encontró al amigo que lo había abandonado a su suerte. Este quiso justificarse, pero el otro lo
detuvo y le dijo:
-No te preocupes,
tus acciones por sí solas hablan lo suficiente.
Y el hombre se marchó
dando gracia al cielo de haber descubierto que aquel tipejo no merecía su
consideración.
Haigerloch,
04 Agosto de1997.
Moraleja
“Hay personas que no merecen que
les brindemos nuestra confianza
y amistad.”
En un pequeño pueblo
serrano vivía un hombre, en compañía de su mujer y sus siete hijos.
-Por qué no comes
con cuidado y evitas estar botando la comida del plato, decía el hombre a
su hijo menor.
Al rato, se volvía a
escuchar la voz del padre llamándole la atención a su hijo mayor.
-Hasta cuándo
entrarás en la casa sin limpiarte los pies como debe ser. Cada día más grande y más tonto. Buena perla
de hijo me has dado, mujer.
Por la tarde, los
gritos estentóreos del viejo volvían a resonar por toda la casa. Esta vez era una de sus hijas la víctima de
las iras del padre:
-Muchacha majadera, ya
te he dicho mil veces que no debes dejar tus labores de costura por toda la
casa, cuando aprenderás, o es que de3 seguro te hacen falta unos buenos azotes.
Así transcurrió la vida
de aquellos siete jóvenes, hasta el día aquel en que el viejo renegón fue
llamado por el Señor para que estuviera a su lado.
-Padre, dijo el mayor de los hijos. No podemos ocultar nuestra pena por tu
partida, pero es bueno que sepas que toda la vida te preocupaste por corregir
nuestros errores, olvidando así corregir los tuyos, hierros que fueron imitados
por nosotros desde que éramos
niños. Viste la astilla en nuestros
ojos, pero no viste la enorme viga que atravesaba los tuyos.
El padre se sonrió, y
después de besar a cada uno de sus hijos y a su mujer, cerró los ojos para
siempre.
Haigerloch,
05 de Agosto de 1997
Moraleja
“No tratemos de cambiar al resto,
cambiemos nosotros”
EL
CAMPESINO Y SU ENEMIGO
Un campesino, dueño de
unos trigales, había prosperado en gran medida gracias a su perseverancia y a
la honestidad con que se dedicaba a su trabajo.
Pero no faltó un envidioso que aprovechando la oscuridad de la noche,
sembró cardos, ortigas y muérdagos entre el sembrío de trigo. Fue así que a los
pocos días, las plantas parásitas comenzaron a malograr las plantaciones de
aquel campesino honesto. El hombre
entristeció, pero de inmediato hizo arrancar el trigo y las plantas malignas.
Cuando sus trabajadores
le hicieron ver que aquello no podía ser obra más que de aquel hombre malvado,
el campesino dijo que él no podía juzgar a nadie sin pruebas contundentes. Aquellas incursiones nocturnas se llevaron a
cabo durante muchas veces, ero nada lograron las constantes vigilancias. Para tales extensiones de terreno, se
necesitaban quintuplicar el número de cuidadores y aquello resultaba imposible.
-Sí, mi enemigo es
el culpable, dijo el campesino al borde de la ruina, ya Dios se encargará
de juzgarlo.
A los pocos años, el
enemigo del campesino enfermó de gravedad.
Llamado el sacerdote para hacerle la extremaunción, el hombre confesó
sus maldades, entre ellas, haber dañado los sembríos del campesino. Este se acercó hasta su lecho y lo
perdonó. Así el hombre pudo morir en
paz.
Haigerloch,
03 de Agosto de 1997
Moraleja
“El mal y el bien siempre estarán
por doquier, lo importante es
que seamos sabios para establecer
la diferencia”
EL
PULPO PEDIGÜEÑO
Habitaban en un acuario
dos enormes pulpos, cuyas naturalezas eran muy diferentes. Mientras uno de ellos era tímido e
inofensivo, el otro era agresivo y malhumorado.
-Como no me traigan
mi comida a tiempo, tomaré una piedra y la estrellaré contra el vidrio para que
atienda mi pedido, decía el pulpo con gesto avinagrado.
Por más que el otro
pulpo trataba de calmarlo, el exasperado molusco seguía en su ofuscada
decisión. La oportuna llegada de unas
langostas para el almuerzo, calmaron la furia del colérico animal. Pero un día, en que el encargado del acuario
demoraba la comida, el pulpo agresivo pegó sus ocho tentáculos al cristal
cambiando de color rápidamente para atraer la atención. Como el encargado no le hizo caso, el furioso
animal tomó un guijarro del fondo del acuario y golpeó el vidrio con tanta
insistencia que tuvieron que darle de comer.
-Un día vas a ver
quién soy yo, pulpo desvergonzado, dijo el cuidador.
El pulpo inofensivo fue
cambiado de acuario, para que su vecino no le pasara las malas mañas, lo cual
resultó indiferente al otro. Un día el
encargado enfermó y no acudió al acuario. El pulpo, creyendo que el hombre
quería vengarse de él, tomó una piedra con cada uno de sus tentáculos y comenzó
a golpear el cristal. La furia del
animal fu tanta que rajó en gran manera el enorme vidrio dando inicio a una
progresiva pérdida de agua. Al otro día,
el pulpo yacía en el fondo del acuario, pegado a una roca. Toda el agua se había filtrado y el animal
había muerto por asfixia.
-Eso te pasó por
majadero, cabeza de boa, dijo el encargado mientras trataba de despegar al
animal de la roca.
Haigerloch,
18 de Agosto de 1997
Moraleja
“Si pedimos las cosas de buenas maneras,
nadie nos negará lo solicitado”.
EL
BUZO Y LA OSTRA
Estaba un buzo cerca de
una cueva submarina, cuando vio que dentro de una ostra brillaba una enorme perla.
-Este será un buen
regalo para mi novia, pensó el buzo, mientras que con un cuchillo trataba
de sacar al molusco de entre las piedras.
Ya en tierra, la filuda
hoja, accionada por el buzo, trataba de penetrar en la dura concha de la ostra,
pero con resultados insatisfactorios.
-Yo te voy a enseñar
quien puede más, refunfuñaba el hombre bastante molesto al ver que sus
esfuerzos se hacían más infructuosos a cada momento.
La ostra, empecinada de
retener su brillante, redonda y anacarada joya, libró una lucha titánica contra
aquel intruso que pretendía robarle su perla.
-¡Aja!, así que no
quieres abrirte no, pues ahora verás de lo que soy capaz. Ni para mí ni para ti.
Terminando de decir
esto, el buzo cogió una enorme piedra y la estrelló contra el molusco
haciéndolo papilla.
Haigerloch,
25 de Agosto de 1997
Moraleja
“No es que la necedad nos lleve a
destruir aquello de lo que no podemos
sacar provecho”
LA
LLAMA Y EL BOSQUE
Un grupo de
excursionistas habían acampado en un bosque donde abundaban los nogales, los
eucaliptos y los cedros. Después de
pernoctar tres días en aquel lugar, los integrantes del grupo retornaron a la
ciudad. El encargado de apagar la fogata
no tomó la precaución debida y dejó algunos trozos de pequeños leños en
combustión por lo cual, avivados por el viento, estas elevaron una pequeña
llamita verdiazul que amenazaba con crecer.
-Miren es llama
insignificante, dijo el bosque buscando ridiculizar al pequeño madero
encendido.
La llama, herida en su
amor propio, le pidió al viento que arreciara con mayor fuerza. Fue entonces cuando las chispas salieron de
la fogata, cuyo crepitar aumentaba con la fuerza del viento. De inmediato el fuego hizo presa de los secos
arbustos y de ahí pasó a los árboles. En
pocos minutos se produjo un incendio que no pudo ser contenido por los
guardabosques quienes tuvieron que resignarse a ver como la vegetación
desaparecía envuelta en ese incontenible infierno.
Al día siguiente, un
cementerio de árboles podía divisarse en grandes extensiones de terreno. Un joven bombero se acercó a la llamita que
había provocado el fuego con intención de apagarla, pero uno de los
guardabosques le dijo:
-No gastes agua en
eso, es tan insignificante que no quemaría ni una hoja.
Y se marcharon en busca
de un fuego más significativo.
Haigerloch,
16 de Agosto de 1997.
Moraleja
“No minimicemos al
enemigo pequeño,
pues, no sabemos el tamaño de
su fuerza”
EL
RICO Y LA HARAPIENTA
Vivía en una villa un
anciano que tenía una gran fortuna, por lo cual siempre se le veía bien vestido, comiendo en los restaurantes
más suntuosos y en los lugares más distinguidos. Un día, cuando salía de una tienda de venta
de ropa, él salió al encuentro una mujer harapienta en cuyo rostro se reflejaba
el ayuno involuntario a la que sometida por la pobreza estaba.
-Señor, deme una
caridad, pues, son incontables los días en que no he tenido un pan que llevarme
a la boca e innumerables también aquellos en que mi piel se ha amoratado por
las inclemencias del frío.
El hombre puso su mano
sobre el hombro de la infeliz mujer y le dijo:
-Mujer, estarás en mis
oraciones, esta noche pediré para que no te falte pan ni vestidos con que
cubrir tu desnudes y así evitar que enfermes.
Luego de decir aquello,
el hombre subió a su automóvil y se marchó.
La mujer levantó los hombros en señal de incomprensión y fue a buscar
consuelo en otra parte.
Haigerloch,
13 de Agosto de 1997.
Moraleja
“Son las obras las que hacen justo
al hombre y no sólo la fe”
LA
ARAÑA CAZADORA
Una araña gigante había
tejido una enorme telaraña, con la que pensaba capturar un gran número de
insectos para satisfacer su voraz apetito.
Sus cálculos fueron
buenos, pues, en poco tiempo moscas, libélulas, hormigas y pequeñas mariquitas
fueron cayendo en la fina red.
El arácnido engordó
tanto que comenzó a desplazarse con la lentitud de un buey. Pero su gula era incontenible por lo que sus
trampas seguían creciendo en tamaño. Una
mañana, una negra tarántula la divisó cerca de una rama bebiendo agua. De dos ágiles saltos, la tarántula se puso a
corta distancia de la araña, quien al tratar de escapar, tropezó con una hoja
seca y cayó sobre su propio telar, el cual, por el excesivo peso del arácnido,
se desprendió, envolviéndola de tal manera que quedó inmovilizada.
Minutos más tarde, su
cuerpo, con telar y todo, era transportado por un grupo de hormigas rojas rumbo
a un hormiguero
Haigerloch,
13 de Agosto de 1997
Moraleja
“No muy pocas veces somos
víctimas de nuestras propias
artimañas”.
LA
COMADREJA Y EL RATÓN
Una vieja comadreja se
encontraba en su guarida sufriendo las dolencias de su edad, cuando vio
aparecer muy cerca de ella a un pequeño ratón gris.
-¡Hola, amiguito!, dijo
la comadreja con voz amigable y zalamera.
Ven aquí, conmigo. Quisiera
que me ayudaras a limpiar mi cueva, pues, como estoy vieja y enferma, no puedo
hacerlo yo.
El ratón se sonrió y,
con voz decidida, le contestó:
-Subestimas mi
inteligencia, vieja zorra. Crees que soy
tonto. Piensas que soy tan ingenuo como
para creer que respetarás mi vida cuando esté al alcance de tus sucias garras. No, lo que piensas lo puedo leer en tus ojos.
No bien el ratón había
terminado de hablar, cuando la comadreja se abalanzó sobre el ratón quien,
joven y ágil, logró evadir el ataque. La
pobre atracadora tuvo que esperar varios días para que algún incauto cayera en
su celada.
Haigerloch, 12 de
Agosto 1997
Moraleja
“Sabio es aquel que no sigue
las
peticiones del enemigo”.
EL
GORILA Y EL CHIMPANCÉ
En un zoológico
habitaba un enorme gorila gris que había tomado la costumbre de sobreproteger a
un chimpancé.
Este último,
aprovechando esa ventaja, molestaba y se posesionaba de la comida de otros
animales que antes que meterse con aquel enorme simio, preferían dejar que
aquel mono bandolero siguiera haciendo de las suyas.
-Algún día te atraparé y saldaremos cuentas, se quejaba el mandril.
-Ya me las pagarás, truhán, decía el hipopótamo.
-Te aprovechas de
los indefensos, le recriminaba el elefante.
Pero todas esas
llamadas de atención y advertencias no hacía eco en aquel mono facineroso. Un día llegó una gorila para que hiciera
pareja con el gorila macho del zoológico.
El gorila al ver a aquella hermosa compañera se olvidó hasta de comer y,
como era de esperar, ya no le interesó la amistad ni la existencia del
chimpancé. Este quedó así desprotegido,
y las represalias no se dejaron esperar.
Primero fue el mandril, luego el hipopótamo, después la cebra y el
sajino. El pobre mono andaba loco, corriendo y trepando de un lado a otro,
escondiéndose de todos aquellos que querían darle su merecido por todos los
abusos que había cometido cuando gozaba de la protección del gorila.
Al poco tiempo, el
chimpancé tuvo que ser trasladado a otro parque, porque ningún animal lo quería
cerca.
Castell
d’iere, 29 de Agosto 1997
Moraleja
“La sobreprotección nos vuelve
más dependientes y con el tiempo
nos hace vulnerables”.
EL MAPACHE
Y LOS CASTORES
En un estanque
chapoteaban alegremente varios castores a la espera de poder construir un
dique, para construir sus madrigueras debajo de él. Todo marchaba de miel maravillas para estos
constructores, hasta que a la orilla del estanque apareció la figura de un
mapache.
-Ahí está de nuevo ese
bandido, dijo la señora
castor. Siempre viene a quitarnos
nuestro alimento, cada día quedan menos ranas en el estanque.
El papá castor, que
estaba ocupado en limpiar su pelaje, dijo con voz ronca.
-Oye, tú, mapache,
como te vuelva a ver por aquí te voy a dar una paliza que nunca olvidarás.
El mapache no hizo caso
y, al día siguiente, fue sorprendido comiendo cangrejos en la orilla de la
poza. Los castores se lanzaron sobre él,
pero con gran rapidez el astuto mapache logró trepar en un manzano.
-¡Ja, ja! ¡Je, je!, dijo papá castor.
Este torito cree que
subiéndose al árbol está seguro. Ahora
verás lo que es bueno.
Papá castor y mamá
castor pusiéronse a roer con gran minuciosidad el delgado tronco del manzano y
en pocos minutos este vino a caer en el estanque. El mapache logró nadar hasta la orilla y con
gran esfuerzo, pudo tomar una manzana y huir a toda prisa.
Al día siguiente, papá
castor llegó a su madriguera e informó a su familia que la señora mapache había
tenido cuatro crías y que por esa razón el mapache había estado buscando
alimento desesperadamente.
Horas más tarde, la
familia de mapaches quedáronse sorprendidos al ver aparecer a los castores
llevando consigo un gran número de ranas, cangrejos y manzanas.
-Este regalo es por
el nacimiento de sus crías, señora mapache, dijo papá castor. Si nos hubieran dicho de las necesidades
que tenían nos hubiéramos evitado tantos inconvenientes.
Fue así como ambas
familias acordaron compartir el estanque y los árboles frutales de los
alrededores.
-Total, hay bastante
para todos, concluyó papá castor
Castell
d’iere, 30 de Agosto 1997
Moraleja
“Es
de sabios buscar un entendimiento
antes
que llegar al litigio”
EL
BURRO Y EL CONEJO
Pastando estaba un
burro, cuando vio un conejo que corría por entre la hierba.
-¡Ja, ja! Dijo el
cuadrúpedo, que enormes orejas tienes.
El conejo no hizo caso a las palabras del burro y siguió su
camino. Días después, el burro llegó a
un mercado de abastos en compañía de su amo y en él volvió a encontrar al
conejo, quien ahora estaba metido en una jaula.
-¡Ja, ja! Dijo otra vez el burro,
miren que enormes y graciosas orejas tiene este animal.
El pobre conejo de soportar durante un largo rato las burlas del burro
y así como las de otros animales que se unieron a la chanza.
Paso un tiempo y el burro llegó a un establo donde tres hermosos
caballos estaban comiendo heno. Al verlo
los caballos comenzaron a reírse.
-Miren que orejas más grandes y ridículas tiene este
amigo, dijo uno de los corceles.
-Sí parece un conejo, ¡Ja, ja!, dijo otro.
El burro se sintió
ridiculizado y trató de salir, pero los caballos lo interceptaron y lo hicieron
víctima de sus burlas. Horas más tarde,
el animal yacía en su establo, llorando por lo que le había sucedido. Entonces recordó que el conejo de quien él se
había burlado, también había sentido lo que él sufría ahora, y eso lo hizo
sentir más afligido
Castell
d’iere, 29 de Agosto 1997
Moraleja
“Vemos
defectos en otros sin
percatarnos
que nosotros también
los
tenemos”.
EL
ELEFANTE Y LA CORNACA
Trabajaba en un circo
una cornaca quien era, junto a su elefante, la atracción principal del
espectáculo. Ni los payasos con sus
ropajes coloridos y sus pelucas multicolores; ni los leones con sus gruñidos
que erizaban los leones, ni los monos tan divertidos en su natural acrobacia,
lograban opacar la majestuosidad de aquel enorme animal de larga trompa.
-Sigo siendo la
estrella principal del espectáculo, nadie brilla en el firmamento circense como
lo hago yo, decía altanero el domador de elefantes.
Pero el elefante fue
debilitándose por el paso del tiempo y su habilidad, así como su fortaleza,
sufrió un gran desmedro. Llegó un
momento en que el indefenso y envejecido animal ya no podía ni sostener el peso
de su propio cuerpo enfurecido porque su número artístico se había convertido
en u simple relleno del show, el cornada
comenzó a maltratar al elefante quien a parte de la mala alimentación tenía que
sufrir también el malhumor de su amo.
-Ingrato eres, vil
hombre, se quejó el animal. No me
falta el entusiasmo para realizar mi trabajo, lo que me faltan son las fuerzas
de otros tiempos para complacerte. Reconoce al menos las satisfacciones que te
brindé en el pasado, ya que ahora me juzgas con severidad e incomprensión.
El hombre perdió su
trabajo, pero el elefante fue donado a un parque zoológico.
Haigerloch,
11 de Agosto de 1997
Moraleja
“Tengamos presente cuando juzguemos
a alguien, los méritos que obtuvo en
el pasado”.
EL PEZ
INDISCRETO
En la desembocadura de
un río habitaba un grupo de salmones, donde uno de ellos tenía por costumbre
divulgar todo aquello que escuchaba. No
está demás decir que el acusón aumentaba el chisme con invenciones de su propia
cosecha.
-Como sigas
cultivando la fea costumbre de ir esparciendo las conversaciones privadas de
los demás, vas a caer en desgracia, le decía su madre.
Pero el salmoncito no
hizo aso y siguió en sus andanzas. A los
pocos días, una pequeña barca con tres tripulantes llegó hasta la
desembocadura, pues, otros pescadores les habían informado que en esa zona se
encontraban salmones de hasta metro y medio.
-Había que apurarnos, pues, ya está terminando el
invierno, dijo uno de los pescadores, conocedor de que al llegar al otoño
estos peces tienden a subir por los ríos para desovar.
El salmón indiscreto se
encontró en sus andanzas con un enorme gusano que se movía de un lado a otro
tratando de zafarse de un gancho metálico.
El pez, sin pensarlo
dos veces, se lanzó sobre la provocativa presa.
El desafortunado salmón
quedó enganchado en el siniestro anzuelo y, por más que luchó por desprenderse
de él, no pudo evitar que lo metieran en la barca sangrando por la lengua. A los pocos minutos, expiro.
Haigerloch,
10 de Agosto de 1997
Moraleja
“Con frecuencia el chismoso tiende a
caer en desgracia por su propia boca”.
EL
TIGRE, EL GORILA Y EL CERDO
Atrapados por un
cazador, un tigre, un gorila y un cerdo fueron encerrados en una enorme jaula,
a la espera de ser sacrificados.
-Los veo nerviosos, dijo
el cazador. Hoy estoy de buen humor, así
que sólo sacrificare a uno de ustedes y a los otros dos los dejaré libres. Pero dejaré al criterio de ustedes para que
elijan a la víctima.
Ya solos, los tres se
miraron como preguntándose cuál de ellos pagaría con su vida.
-Creo que lo más
justo, es que cada uno de nosotros confiese las maldades que ha cometido. Así
sabremos quién de nosotros es el que
merece ser sacrificado.
Los tres capturados
estuvieron de cuerdo con la propuesta.
El primero en confesar fue el pintado:
-He matado con estas
garras infames muchas cebras y antílopes, inocentes animales que han pagado
injustamente mi insaciable voracidad.
Luego habló el cerdo,
quien con voz solemne, dijo así:
-Yo no he matado a
nadie, pues, mi naturaleza no me pide la sangre ni de inocentes ni de
culpables. Sólo me alimento de vegetales
y una que otra vez, he abandonado, sin que mi amo sepa, la porqueriza algunas
veces para comer las tiernas espigas de los trigales.
¡Qué!, se escuchó la voz del gorila cómo te has
atrevido a traicionar a tu amo, animal sucio y además como si eso fuera poco,
has puesto tus asquerosas patas en los tiernos trigales. ¡Qué barbaridad!, no se diga más. Ya tenemos al elegido.
Cuando el cerdo iba a
ser sacrificado, el tigre y el gorila dormían en algún lugar de la selva,
después de haber comido plácidamente.
Haigerloch, 11 de
Agosto de 1997
Moraleja
“Los poderosos, aunque sean malvados,
serán juzgados virtuosos, mientras
que el pobre, aunque honesto y bueno,
será juzgado malo y detestable”.
-Ya estoy harta de que
me pisen a cada momento, todos vienen y
posan su calzado sobre mí, acaso no pueden subirse sobre una silla cuando
desean poner un clavo en la pared, o les es útil una mesa cuando quieren
descolgar un cuadro o acomodar una cortina.
Estas eran algunas de
las incontables quejas que por todo el patio de una casa se escuchaba todo el
santo día. La autora era la escalera
cuyos peldaños evidenciaban el paso de los años y de los miles de pies que
habían ascendido o descendido por ella.
-Ya estás viejita,
por eso reniegas tanto, le decía una escoba.
-No seas gruñona y
cumple con lo que te corresponde, se
escuchaba la atiplada voz de un sucio plumero
La pobre escalera no
hacía más que renegar de su suerte y lo más tiste era que ante sus quejas nadie
hacia caso. Una noche, se escuchó el ulular de unas sirenas, las llamas de un
voraz incendio estaban devorando una humilde vivienda donde tres pequeños niños
habían quedado atrapados.
-¡Una escalera, una
escalera! Gritaban a voz en cuello y con desesperanza los bomberos. La escalera que tenían no alcanzaba a llegar
hasta donde los gritos de los niños se hacían más desesperados.
La vieja escalera se
movía de un lado a otro en su afán por colaborar en el rescate. A los pocos minutos, los niños descendían por
ella salvando así su vida. La madre de
los niños tomó la escala y dando un beso en sus astilladas maderas, dijo
sollozante:
¡Gracias,
escalerita! Eres una heroína por haber
salvado la vida de estos tres angelitos.
Al otro día, un pintor
le daba una mano de pintura dejándola como nueva.
Haigerloch,
10 de Agosto de 1997
Moraleja
“Nunca es tarde para descubrir
nuestras habilidades y lo útiles
que podemos ser para los demás”.
EL
MONO QUE QUISO SER REY
Se habían reunido en
torno a un descampado, un gran número de animales para elegir un rey. Pero lo que muchos de ellos ignoraban, era
que el mono ya había manipulado a varios de los que iban a elegir para que
votaran por él. Como era de esperar, el
simio salió elegido y a partir de entonces se volvió un mal gobernante.
-Ningún pájaro podrá cantar mientras yo esté
durmiendo mi siesta, decía el tirano.
Lo que muchos pájaros
ignoraban es que no iban a poder trinar, puesto que el mono dormitaba casi todo
el día.
-Las liebres y las
ardillas podrán descansar después que me hayan traído mis plátanos, sonaba
la atronadora voz del mono.
Pero lo que las ágiles
liebres y las inquietas ardillas no sabían, era que aquel mono sinvergüenza y
panzón comía hasta cuando dormía.
Un día todos los
animales se sublevaron y exigieron a su rey que cumpliera con sus obligaciones.
-Nosotros te
elegimos para que velaras por nuestra seguridad, no para que te sirvas de
nosotros y tú disfrutes de tu haraganería, dijo un castor.
El mono se sintió
ofendido, tomó la corona y la arrojó al piso.
Luego, con gran esfuerzo, se fue andando mientras dejaba atrás a un
pequeño grupo que barajaba la posibilidad de un nuevo monarca
Haigerloch,
09 de Agosto de 1997
Moraleja
“Hay
quienes en vano tratan de
ser
aquello para lo que no han nacido”.
BORRACHO
Y LOS MENDIGOS
En cierta campiña,
habitaba un hacendado quien era dueño de una gran cantidad de tierras.
El hombre era conocido
en toda la región por preparar los mejores vivos, así como por ser un experto
catador. Pero la mayoría de las veces
el campesino se excedía en copas y su estado de ebriedad se hacía muy notorio. Con el ánimo alegre, el hombre se paseaba por
el pueblo invitando tragos, a todo el
que se encontraba con él, y regalando sustanciosas propinas a todo mendigo que
se la pedía.
-¡Qué Señor, más
generoso!, decían los beneficiados mientras bebían con fruición el licor
invitado.
-¡Si es un pan de
Dios!, clamaban los mendigos a viva voz mientras guardaban en sus bolsas
con mucho recelo el dinero recibido.
Pero lo curioso era que
cuando al campesino se le pasaba la cruda, volvía a ser el hombre insociable y
mezquino de siempre, de ahí que cuando los mendigos se avecinaban a su casa, el
hombre los arrojaba de mala manera, provocando la confusión entre los
pordioseros.
-¡Hombre miserable y
tacaño! le decían los mendigos al
ver que sus peticiones no encontraban eco.
-¡Borracho mal
educado, repetían incansablemente aquellos a quien el hombre ya no
agasajaba con invitaciones.
A los pocos días, el
hombre volvía a sus andanzas y todo volvía a ser como antes: pasando de
generoso a tacaño y de pan de Dios a borracho.
Haigerloch,
23 de Julio de 1997
Moraleja
“Los
vicios suelen acarrear
pensamientos
falsos”.
EL
POLLITO MENTIROSO
Vivía en un gallinero
un pequeño pollito cuyas travesuras sabía muy bien asolapar a través de una
mentira.
¿Dónde has estado,
que tienes las plumas cubiertas de barro?
Preguntaba la madre.
El pollito, lejos de
ponerse nervioso, inventó una buena excusa para salir del paso y ocultar el
hecho en que había estado jugando en la charca de los patos.
Al día siguiente, la
madre volvió a buscar a sui pequeñuelo, pero este no aparecía por ningún
sitio. Cansada de llamarlo, la gallina comenzó a
recorrer los lugares más inusuales; fue entonces cuando sintió el piar del
pollito cerca de la porqueriza. Cuando
llegó hasta allí, encontró al pollito peleando con dos cerditos. Ahí lo dejó, sin que el pequeño se diera
cuenta de la presencia de la madre. Más
tarde, a la hora de comer, la gallina le preguntó:
-¿Dónde has estado
pequeñín?
El pollito, de
inmediato, contestó:
-Estuve ayudando a
la señora pata a limpiar la poza.
La gallina lo cogió de
una alita y le dijo:
-Estás seguro de
que estuviste con la señora pata.
-Sí, mamá, contestó el pollito mentiroso.
-Bien, hijo mío,
dijo la madre. Cómo no habría de creer
en ti, si te quiero tanto.
Dicho esto, la gallina
hundió su pico entre las plumas del pollito y se marchó.
Aquella, mientras todos
en el corral dormían, se escuchó una suave voz que decía:
-Perdóname, mamita, te
he mentido y me siento muy mal. Pero te
prometo que nunca más volveré a decir una mentira.
La madre, conmovida, lo
cubrió con el ala y lo meció hasta que lo sintió dormido. Luego miro hacia el cielo y en silencio
musitó una oración.
Haigerloch,
19 de Agosto de 1997
Moraleja
“El que encubre sus
pecados no
prosperará, pero el que
los confiesa
y se aparta del mal
camino podrá
alcanzar el perdón”.
Sobre un ramo de
jacintos, una mariposa amarilla dibujaba su vuelo en volteretas mágicas y
coloras. El paso de una amenazadora y
veloz sombra hizo que una lagartija huyera presurosa y se escondiera entre unas
piedras. La mariposa se acercó hasta
donde estaba oculto el pequeño lagarto y le dijo:
-No puedes estar
huyendo de esa manera, amiguita. He
observado que ante cualquier sombra huyes a refugiarte en cualquier lugar, como
si tu vida se viera amenazada.
La lagartija asomó su
pequeña y alargada cabeza y dejo pausadamente, mientras sus ojos se movían de
un lado para otro:
-Quizá tengas razón
pequeña alífera, pero la vida agitada de estos lares me ha enseñado que hay que
actuar con cautela para evitar servir de alimento a tanto depredador que anda
por ahí.
La mariposa se sonrió y
continuó su vuelo alrededor de los jacintos.
Cuando se posó tranquilamente sobre una de las flores para tomar su
polen, un pequeño mirlo descendió como una saeta y fuertemente aprisionó a la
pequeña mariposa entre su fuerte pico.
La lagartija, que se había animado a salir de su escondite, corrió hasta
unas cálidas piedras donde se dispuso a comer una pequeña ala de mariposa
amarilla que encontró en su camino.
Haigerloch,
04 de Agosto de 1997
Moraleja
“Nunca
estará demás un poco
de
precaución antes de llevar a
cabo
nuestros actos”.
-Ya me tienes harta
con tus opiniones de que eres más fuerte que yo, que eres, más ágil, que como
tú no hay otra, se quejaba la mano izquierda.
La mano derecha la
miraba con burla, como diciéndole que sus quejas no eran más que lamentos por
la impotencia de no poder superarla. Un
día llegó de visita un hombre que escribía con las dos manos, lo cual dejó intrigadas
a las contendoras.
Más aún cuando
escucharon que si bien las personas zurdas eran una minoría, estas alcanzan a
nivel mundial la astronómica cifra de trescientos millones de zurdos. El recién llegado seguía hablando sin parar,
como si la mano izquierda lo hubiera llamado para que la defendiera y tapara la
boca de aquella deslenguada mano.
-Puede ser que a una
persona zurda le moleste el que muchos de los artículos domésticos estén
diseñados y dispuestos a conveniencia del diestro, proseguía diciendo el
hombre, como por ejemplo el grifo de agua, que siempre suele hallarse a la
derecha del fregadero, al parecer porque es el que más se usa. Lo mismo ocurre con los mandos y el
sintonizador del televisor.
El hombre seguía
hablando sin parar, provocando en la mano izquierda una gran algarabía.
-En la actualidad, hay
muchas herramientas y artículos domésticos – tijeras, abrelatas, peladores y
paletas de albañil – diseñados para zurdos.
A mi parecer, ambas
manos son importantes, concluyó el hombre.
La mano derecha no pudo
ocultar su disgusto, más aún cuando el hombre, al despedirse del dueño de casa
lo hizo con la mano izquierda.
Haigerloch,
18 de Agosto de 1997
Moraleja
“A veces nos sentimos solos en
el mundo, sin saber que nunca
estaremos realmente solos”.
EL COCODRILO
Y EL MONO
Cerca a un río cenagoso
habitaba un cocodrilo cuyo hambre voraz lo tenía siempre al acecho de alguna
despreocupada víctima.
Un día se le acercó un
pequeño mono y le dijo:
-Señor cocodrilo, veo que usted tiene un hambre insaciable y eso me
preocupa mucho, pues, a este río acostumbra venir a beber agua un amigo muy
querido.
-Y, ¿quién es ese amigo tuyo, lindo monito?, lo interrumpió el
cocodrilo mientras su larga lengua recorría sus filudos dientes buscando calmar
su ansiedad.
-Es mi amigo antílope, quien ya caída la tarde,
satisface su sed en esta agua, respondió el mono ingenuamente.
El viejo saurio prometió al simio que no pondría al antílope en su
dieta . Pero al otro día, el cocodrilo
devoró al rumiante a pesar de su promesa.
-Vaya que sí estuvo delicioso, fue el comentario del
larguirucho reptil.
El mono, indignado por la actitud del cocodrilo traidor y dolido en lo
más hondo pro la pérdida de su amigo, se subió a una alta palmera para vengar
la muerte de su amigo. Conocedor del
lugar en donde el cocodrilo depositaba sus huevos, el mono comenzó a arrojar
sobre estos los cocos que arrancaba del árbol.
Uno a uno los blancos ovoides estallaban como producto der la dureza y
fuerza con que el mono arrojaba los dátiles.
Los ruegos, lamentos y llantos del cocodrilo no pudieron aplacar la
furia de aquel mono que veía así vengada la desaparición de su amigo el
antílope.
Haigerloch, 24 de
Agosto de 1997
Moraleja
“No
despreciemos a nadie, pues,
no
hay ningún ser tan débil que
no
pueda vengar una ofensa con
el
tiempo”.
EL
PADRE, EL HIJO Y EL CABALLO
Un padre acostumbraba
llamar al orden a su hijo cada vez que este se iba por el camino torcido.
-Si no te amara hijo
mío no me preocuparía por tu bienestar.
Cuando muera, quiero dejar tras de mi a un hombre que se me
parezca. No puedo cerrar mis ojos a tu
mal proceder, sino te castigo ahora, mientras eres niño, más tarde te revelaras
y no obedecerás a nadie.
El niño parecía
escuchar con atención y receptividad, pero apenas el padre se daba vuelta,
volvía a hacer de las suyas. Las quejas
por las malacrianzas del pequeño empezaban por la mañana y terminaban muy
entrada la tarde. No había vecino que no
presentara su queja al padre del muchacho.
Una mañana, el padre salió muy temprano y regresó al medio día con un
caballo atado a su mula. Luego de
colocar el caballo en el establo, el padre llamó a su hijo quien aún se hallaba
durmiendo:
-Bien hijo, te he comprado este caballo porque sé que siempre has soñado
con tener uno.
El niño no salía de su asombro y de inmediato trató de acercarse al
caballo quien al sentir la presencia del niño, se encabritó.
-Ves hijo mío, lo que sucede con este animal a quien
se le dejó crecer en estado salvaje y no se le domesticó cuando era un retoño. Un caballo chúcaro no se puede montar porque
es bravío, de igual manera, un hijo abandonado a sus caprichos se vuelve un
insolente.
El niño comprendió el mensaje de su padre y a
partir de ese día su comportamiento cambió rotundamente, no sólo por haber
resido un caballo de regalo, sino porque el padre había llegado al corazón y al
entendimiento del hijo amado.
Haigerloch,
26 de Agosto de 1997
Moraleja
“La
mano dura en la educación
de
los niños siempre es necesaria”.
EL
LEÓN, EL ELEFANTE Y LA JIRAFA
Habiendo caído un
león en una trampa, comenzó a rugir con
todas sus fuerzas tratando así de llamar la atención de algún león o leona que
acudiera en su ayuda. El pozo donde estaba
era bastante profundo, de ahí que sus infructuosos saltos por tratar de salir
lo pusieran más nervioso a medida que pasaban las horas. Quiso el destino que un elefante escuchara
aquellos rugidos desesperados y se avecinara hasta el pozo.
-Veo que estás en
serios apuros, muchacho, dijo el elefante mientras medía las posibilidades
de ayuda que podía brindar a su amigo.
Para desconcierto del
recién llegado, el león se mostró soberbio.
-Quién te llamó a
ti, trompudo. Crees que no tengo amigos
entre los de mi especie, pues, te equivocas de cabo a rabo, así que mejor será
que te marches.
El elefante, quien se
disponía ya a dejar caer su trompa en el pozo para que por ella subiera el
melenudo animal, se retiró molesto.
El león siguió
rugiendo, ahora con más energía, pues, sabía que en cualquier momento podían
llegar los cazadores que habían colocado la trampa. Pero las horas pasaban y no llegaban ni los
que habían colocado la trampa ni la ayuda que el felino esperaba con ansia.
Casi en la madrugada
apareció una jirafa, quien con tímida voz interrogó al león:
-Si necesitas ayuda,
amigo, puedo ofrecerte mi largo y duro cuello por donde podrías trepar ¿Qué
dices?
El león sacudió su
melena y casi colérico, el contestó:
-Lárgate por dónde has
venido pescuezudo, si no quieres que e arranque la cabeza de un solo golpe.
La jirafa se fue
desconcertada de ver a aquel tonto que ponía en peligro su vida
inútilmente. El león siguió rugiendo
hasta que la voz se le puso ronca.
Cuando ya el sol dejaba caer sus rayos verticalmente, la jirafa y el
elefante vieron pasar al león quien ahora estaba inerte, con las patas sujetas
a un tronco que sostenía su pesado cuerpo.
Aquel cuerpo cuya
cabeza iría a formar parte de uno de los tantos trofeos que el cazador que
dirigía el grupo, luciría orgulloso en la sala de su casa
Haigerloch,
28 de Agosto de 1997
Moraleja
“No
desaprovechemos las
oportunidades
porque muchas
veces
éstas no se repiten”.
LOS
PAYASOS Y LOS TIGRES
En un circo trabajaba un domador que tenía tres tigres, con los
cuales se constituía en uno de los actos más esperados por la multitud que
tarde a tarde llenaba las instalaciones.
-Ya estoy harto de
que ese tonto haga resonar su látigo
cerca de mis orejas, dijo el más bigotón de todos.
-Un día le arrancaré
la cabeza de un zarpazo, dijo el más viejo.
-Y yo le arañaré la
espalda para que siempre se acuerde de mi, dijo el más
joven, mientras los otros dos estallaban en carcajadas. Más cuando el domador apareció, los cuatro
como si se hubieran puesto de acuerdo hicieron silencio.
En la función de aquel
día, el látigo estalló en el aire como nunca.
A cada orden del domador los felinos obedecían inmediatamente, sumisos y
concentrados de lleno en lo que hacían.
Al otro día los tigres acordaron desobedecer las órdenes del amo,
exigiendo un trato mejor.
-Si no nos
revelamos, muchachos, seremos maltratados siempre. Miren a esos payasos como los aplauden por
decir cuatro tonterías, mientras que a nosotros, que arriesgamos nuestro
pellejo pasando por esos aros de fuego, nos hacen resonar ese látigo
incesantemente.
Así, unidos en su
rebelión, lo tigres acordaron que en la función nocturna desacatarían toda
orden. Aquella noche los latigazos
tocaron carne por primera vez, la carne de aquellos felinos rebeldes, quienes
al sentir la dura cuerda en el cuerpo, se apresuraron a realizar sus acrobacias
con el mayor esmero posible, mientras alrededor de la jaula varios payasos
corrían de un lado a otro haciendo sus monerías, contando chistes para deleite
de niños y adultos y haciendo que la gente ignorara por un instante la
presencia de aquellos cuatro hermosos tigres.
Haigerloch,
26 de Agosto de 1997
Moraleja
“Los testarudos necesitan
siempre un trato más severo”.
NADADOR
PRETENCIOSO
Estaba un millonario
nadando en una playa, cuando una fuerte corriente lo arrastro mar adentro. De suerte logró aferrarse a un apolillado
madero que flotaba a la deriva. Así permaneció el nadador durante muchas hora
avistando a las solitarias gaviotas que no cesaban de acercársele llenas de
curiosidad. Rato después, ya casi
anocheciendo, un pescador en un bote a remos se ofreció ayudarlos.
-Está usted loco, dijo
el millonario, cómo se le ocurre que un hombre de mi posición va a abordar una
embarcación tan corriente.
El pescador lo miró con
curiosidad y, pensando que estaba loco, se alejó del lugar. Allí permaneció aquel hombre vanidoso y
testarudo, sufriendo las inclemencias del frío nocturnal. Al amanecer, una lancha a motor lo avistó y
también el tripulante le ofreció su ayuda.
-Ni lo piense,
amigo, dijo el nadador. Jamás en
mi vida he subido a una lancha, sólo he viajado en trasatlánticos y no voy a
subir en esta embarcación insignificante.
El dueño de la lancha
se marchó pensando, al igual que el pescador, de que aquel hombre estaba falto
de sesos, luego aparecieron varias embarcaciones de todo tamaño y lujo pero
ninguna satisfizo las exigencias del millonario. A la semana, apareció un enorme y lujoso
trasatlántico. El capitán de la
embarcación gritó a través de un altavoz:
-Hombre al agua.
A los pocos minutos,
dos marineros subían el cadáver de un hombre millonario que se dio el lujo,
aunque muerto, de subir en una embarcación digna de su realeza.
Haigerloch,
24 de Agosto de 1997
Moraleja
“La vanidad no nos puede
llevar a nada positivo”.
EL
GUARDIÁN Y LOS MANDRILES
Un grupo de mandriles
se habituaron a armar alboroto a la hora de la cena, la cual consideraban que
se les servía muy tarde.
El guardián encargado de
alimentarlos se enfadaba muchísimo, ya que con sus chillidos asustan a los
tímidos ruiseñores quienes cesaban sus trinos desde lo alto de lo alto de los
eucaliptos.
-Les advierto
mentecatos, que como sigan dando esos alaridos enajenados, los voy a dejar sin
comer una semana, decía muy enfadado el encargado.
-¡Ja! ¡Ja!, no nos
asustan tus amenazas, viejo bobo. Mira
Como temblamos de miedo.
Las burlas de los
simios iban acompañados de exóticos bailes que hacían el deleite de las pocas
personas que aún quedaban en el parque y esto enfurecía al cancerbero. Una tarde, el hombre les dijo a los simios:
-Bien, pequeños
monstruos, a partir de ahora comienza el ayuno.
Ya me cansé de hablarles en buenas maneras y advertirles que no
molestaran, veo que no les interesó mis advertencias. Muchas madres mandriles reclamaron, pues,
ellas no participaban de los desordenes.
Pero al ver que no podía determinar a los culpables, el guardián optó
por castigarlos a todos.
Haigerloch,
09 de Agosto de 1997
Moraleja
“Es
frecuente que ante hechos
funestos,
justos paguen por lo
que
otros hicieron”
LA
HIENA EMBUSTERA
Las luchas constantes
que sostenían una manada de hienas, llevó a los miembros mayores a realizar una
convocatoria para buscar una solución a las querellas.
-Bueno, dijo una
de ellas, ha llegado la hora de poner las barbas en remojo y buscar la mejor
solución a nuestros problemas.
Escucharemos los compartires.
Todos los que hablaron
concluyeron en que era una necedad estar peleando por las piezas capturadas,
cuando lo justo era reunir lo cazado y luego repartir en partes iguales. Una hiena manchada se ofreció a transportar a
las víctimas hasta la cueva donde se haría la partición.
Solucionadas las
contrariedades se inicio la cacería.
Pero surgió el inconveniente de que cada vez que se hacía el reparto,
faltaba una cabeza o una pata de las víctimas reunidas.
-¡Hum!, esto es muy
raro, decían algunos de los afectados, mientras clavaban sus ojos
acusadores en la hiena encargada del transporte, quien había engordado
considerablemente.
Desde ese día la
ladrona fue puesta en observación, hasta el día en que fue descubierta
infraganti. De ahí para adelante, su
trabajo se duplicó, peor su ración de alimento se rebajó a la tercera parte
cuando recuperó su peso habitual y eliminó el hurto de sus costumbres
nuevamente la hiena fue incorporada al grupo.
Haigerloch,
10 de Agosto de 1997
Moraleja
“Un buen castigo es el mejor
correctivo a nuestros malos hábitos”.
EL
PINGÜINO SABELOTODO
En una comunidad de
pingüinos, vivía un enorme ejemplar que siempre creía tener razón. Cuando algún
pingüino saltaba de alegría por el hecho de haber tenido un hijo, el sabelotodo
dejaba escapar algún comentario que ponía de mal humor al pobre padre.
-¡Bah! Una cría, eso
no es nada. El mes pasado mi pareja tuvo dos y vayan a ver nomás el tamaño que
tenían.
Cuando alguien halagaba
a algún pingüinito por la rapidez y destreza con que empezaba a nadar, el
pingüino sabio intervenía de inmediato.
¡Qué! , eso no es nada,
cuando yo era pequeño lo hacía mejor.
Siempre fui un gran nadador, todo un campeón entre las olas y la espuma.
Los padres de los
ofendidos refunfuñaban y apretaban sus picos sin poder ocultar su desazón.
Cierto día en que la colonia fue atacada por unos halcones, todos los pingüinos
echaron a correr en busca de refugio. Lo
curioso fue que el pingüino sabelotodo desapareció en un instante.
-¡Vaya, vaya!, dijo
uno de los más viejos pingüinos. Veo
que también ocultándote eres el primero. Dónde está tu valor, dónde tu solidaridad que
avale tu sabiduría y grandeza. La
justicia y la sapiencia se siembra en la paz y la bondad, pero veo que aquello
no existe para ti.
Fueron varios los días
en que el avergonzado pingüino no permaneció en su escondite. Los más pequeños, en son de burla, cada vez
que se cruzaban con él, le decían:
-¡Cuidado con los
halcones!
LA HIGUERA Y LA
PARRA
LA MADRE Y EL NIÑO
LA HORMIGA Y LA
CIGARRA
Haigerloch, 13 de Agosto de 1997
Moraleja
“Si alguien se cree sabio y bien
educado que lo demuestre con
su bondad, y que su conducta sea
un ejemplo para los demás”.
EL
CHANCHITO ENGREÍDO
En una porqueriza,
vivía un chanchito que todos los días hacía problemas a la hora de la
comida. La culpa era de su madre quien
no lo había corregido desde que era un pequeño lechoncito.
-
Yo no
voy a comer esas corontas feas que traen todas las mañanas. Así que mejor se las pueden llevar, decía el majadero.
Y la muchacha encargada
de darles de comer buscaba las mazorcas más tiernas. Todas las mañanas se
repetía el mismo ceremonial.
- ¡No me gusta la coronta! ¡Yo no como eso! ¡Sólo quiero granos de maíz!
Pero un día la muchacha
enfermó y, por recomendación del médico, tuvo que permanecer un mes en
reposo. Fue entonces que el nuevo
encargado resultó ser un viejo cascarrabias que o estaba dispuesto a soportar a
ningún marrano malcriado.
- ¡Ajá!, marranito consentido, así que no vas a
comer, no. Pues ahora veremos qué es más
fuerte. Tu negativa a comer o tu
apetito.
Dicho esto, el anciano
volcó a los pies del marrano unas cuantas corontas de las más duras que pudo
conseguir. Todos los días el viejo se
acercaba para ver al testarudo chanchito quien no probaba la comida.
-
Ya
comerás, gordito, ya comerás, decía
el viejo burlonamente aumentado la cólera del puerco.
A los cinco días, el
viejo retiró las corontas y a los siete el chanchito suplicaba que aunque sea
le dieran un tronquito para comer.
- Ya ves, muchachito, que te decía, el hambre mata la
soberbia, el hambre nos hace reflexionar ¡Ja!, ¡Ja!, ¡Ja!
Haigerloch,
08 de Agosto de 1997
Moraleja
"No
se debe hacer discriminaciones
con los alimentos, pues, debemos
estar preparados para cualquier
necesidad".
EL
FARO Y EL BARCO
Un barco iba a despegar
de una bahía cuando el faro le dijo:
- Despídete de mí, maleducado, no olvides que en la
oscuridad de la noche yo soy quien te guía. Veo que me miras con desprecio,
porque su soberbia y autosuficiencia te dominan.
- Cállate, Polifemo, que yo no necesito de la ayuda
de un tuerto. ¡Ja, Ja, Ja! Decía burlonamente el
insensato. Para mí son suficientes los
ojos de mi timonel, así que mejor apágate y no molestes.
El faro quiso seguir hablando pero el barco ignoró las palabras de la
enorme torre y, siguiendo la voluntad del timonel, se internó en el mar. Todo el trayecto de la embarcación fue
normal, hasta el momento aquel en que arreció una fuerte e inesperada
tormenta. En vano el barco guiado por el
timonel, buscó la luz intermitente del faro para poder llegar a la costa. Este, algo ofendido en su amor propio, se
había quedado dormido y por ello el fanal de la alta torre no emitía su Luz
salvadora. En vano el barco invocó al
dios Neptuno, rey de los mares, su ayuda, pues, la fuerte tormenta lo arrastró
contra los arrecifes, cuyas fuertes y filudas rocas perforaron sus costados
hundiéndose rápidamente e inevitablemente.
Cuando el faro se enteró de la tragedia, sólo atinó a decir.
-
Si me hubiera respetado y escuchado mis consejos,
nada le hubiera pasado.
Haigerloch,
14 de Agosto de 1997
Moraleja
“Cuando niños, debemos dejarnos
guiar por nuestros padres y maestros,
pues, ellos son la guía a nuestros
primeros pasos”.
*Alusión
al más célebre de los cíclopes (gigantes de un
solo ojo). Polifemo era hijo de
Poseidón, dios griego del Mar, que corresponde al Neptuno de los romanos. (Nota
del autor).
Un hortelano, viendo
que su huerta sufría constantes robos durante la noche, contrató los servicios
de un sereno para poner fin a ello.
Los primeros días no
sucedió nada, pero antes de cumplirse la semana, un harapiento muchacho fue
capturado mientras pretendía sustraer los frutos de una higuera.
- ¡Ajá! Por
fin te atrapamos ladronzuelo. Ahora verás lo que reciben los sinvergüenzas
como tú.
Uno de los pequeños
hijos del hortelano intervino para evitar que el ladrón recibiera un
zurriagazo. El padre aceptó la petición del hijo y dejó ir al ladrón, no sin
antes llamar a todos sus hijos y decirles:
- Tengan cuidado hijos míos de no caer en la
tentación de tomar los bienes ajenos. Vean esta higuera. ¿Qué fruto da? Pues, higos y nada más que eso. ¿Y esta parra? Pues, uvas y nada más que uvas. De igual manera, el hombre de corazón malvado
sólo realizará malas acciones.
Los pequeños muchachos
abrazaron a su padre y celebraron la sabiduría con que sabía explicar las
cosas.
Haigerloch,
02 de Agosto de 1997
Moraleja
“A las personas se les conoce
por sus acciones”.
EL
GALLO DESINFORMADO
- ¡Qué barbaridad!
Hasta cuándo vamos a dejar que ese gallo ignoran siga cantando a
cualquier hora, cojo si fuera fácil conciliar el sueño.
Estos comentarios eran
habituales entre los vecinos de aquel gallo que no tenía la más mínima noción
de las horas en que debía estirar el pescuezo, endurecer la cresta y
cantar. El cantaba a cualquier hora, que
se le antojaba, sin importarle si alguien llegaba tarde a la oficina por haber
esperado su canto como sitial de levantarse.
Es decir, aquel gallito currutaco
no era útil ni como indicador de las primeras horas matutinas.
- Cállate, gallo condenado, sino quieres que mañana
te clave de cabeza en la olla. Ya me has
traído muchas quejas de parte de los vecinos quienes ya está cansados de que
seas tan inoportuno. Sino fuera porque
te necesito para que las gallinas pongan sus huevos, hace rato que te hubiera
cortado ese largo pescuezo.
Pero lo alimentos del
dueño no hacían mella en el gallo, quien a pesar de los pescozones que recibía,
continuaba en su actitud rebelde.
Pero como para todo
testarudo no falta una contraparte, fueron unos gatos vagabundos quienes se
encargaron de aquel gallo que despertaba a los vecinos poniéndolos alerta,
impidiendo así que se metieran a las casas para hacerse de algún alimento. Todos se sintieron aliviados con la
desaparición de aquel gallo lechuguino que tantas malanoches les hacía pasar,
aun cuando tuvieran que soportar los frecuentes hurtos de los felinos.
Haigerloch,
02 Agosto de 1997
Moraleja
“En cabeza del
testarudo las
llamadas de atención no
encuentran
cabida”.
EL
MOSQUITO, LA MOSCA ,
EL CAMALEÓN
Volaba sobre una charca
una mosca cuando vio a un mosquito posado sobre un pequeño junco.
-
¡Hola!,
quieres que volemos juntos, dijo
la mosca buscando hacer amistad con el mosquito.
Este aceptó y así
estuvieron sobrevolando un buen rato, hasta que la mosca vio a una avispa y de
inmediato se puso a conversar con ella.
Cuando la avispa se marchó, el mosquito le dijo a la mosca:
- Oye, amiga, veo que hacer amistades con mucha
facilidad, no crees que deberías ser más cuidadosa.
- No seas tonto, qué me puede pasar, soy el insecto
más veloz que pueda existir, o es que acaso o sabes que mis alitas me sirven
para escapar de mis enemigos velozmente
El mosquito se alejó
porque tenía que regresar con su familia y dejó a la mosca sobrevolando de aquí
para allá. A los pocos días, la mosca
encontró en su vuelo vespertino a un extraño animal que permanecía quieto como
un tronco seco. Era un pequeño camaleón,
que al ver a aquel provocativo insecto, comenzó a cambiar de colores
incesantemente buscando llamar su atención.
-
¿Qué
raro eres, amigo, cómo haces para cambiar de colores tan fácilmente?, preguntó el insecto.
El reptil encontró la
oportunidad que estaba esperando. Entonces le dijo a la mosca.
- Acércate un poco y podrás apreciar mejor mis
colores, dijo el camaleón clavando su mirada en aquel insecto alado que limpiaba
sus patas y su cabeza con gran esmero.
La lengua alargada y pegajosa del camaleón entró y salió de su boca con
una rapidez asombrosa. Para la mosca
todo fue oscuridad y silencio. Ahí quedó
aquella insensata que no quiso escuchar los sabios consejos del pequeño
mosquito.
Castell
díeri, 08 de Setiembre de 1997
Moraleja
“Si quieres un amigo comienza
por probarlo y no confíes en él
inmediatamente”.
LA
POLILLA Y EL LADRÓN
Un ladrón se introdujo
en una casa aprovechando la ausencia de los dueños. A lo primero que echó mano fue a todas las
joyas que encontró: sortijas, cadenas, pulseras y medallones de filigrana.
-
Esto
sí que está bueno, lo que se llama un buen golpe, con todo esto no trabajaré
por lo menos un par de meses, díjose
el ratero mientras se frotaba las manos con satisfacción.
Así estuvo dando
vueltas por todos lados, hasta que abrió los armarios y encontró varios abrigos
de visón.
- ¡Uy!, esto se está poniendo bueno, que bellos
abrigos, por esta ropa me darán buen dinero.
Cuando el hombre quiso
tomar los abrigos una suave voz se dejó escuchar:
- Oye, tú, facineroso. Dónde crees que vas con esos
abrigos, no te es suficiente con todo ese oro que te estás llevando. Déjame algo para mí, no seas ambicioso, es
que acaso piensas que yo no tengo derecho a comer.
El ladrón disfrutó de
la ocurrencia de aquella polilla y cerrando la puerta se marchó.
Haigerloch,
09 de Agosto de 1997
Moraleja
“El que delinque encuentra
siempre un aliado para sus
fechorías”.
Acostumbraba un niño a
lanzar piedras con su resortera a todos los pájaros que se posaban en los
árboles que crecían cerca de su casa. No
había ave que no sintiera zumbar junto a sus plumas los veloces meteoritos que
el niño no se cansaba de tirar.
Un día su progenitora
lo sorprendió en pleno ejercicio y, con la serenidad propia de una madre le
dijo:
- Hijo mío, crees que está bien que golpees a
aquellos indefensos pajaritos.
El niño refunfuñando
dijo a su madre:
- Esos pájaros no hacen nada, mamá. Sólo saben comer lo que nosotros les damos,
son unos seres ociosos.
La madre contempló a su
hijo con ternura y tomándole los cabellos le contestó:
- Hijo mío, la vida es mucho más que el
alimento. Las aves no siembran ni
cosechan, y sin embargo Dios los alimenta porque son creaciones de él, también
son sus hijos como nosotros. Ellas nos
brindan su trino matutino, que es un canto dulce, sereno y reposado. Abre tu corazón a esa música natural y tu
espíritu se fortalecerá. Ellas también
tienen derecho a la vida.
El niño se sintió
avergonzado y entristecido. Esa noche,
mientras todos dormían, el niño cogió su resortera y la arrojó a la basura: Al
otro día, muy temprano, unos mirlos dejaban oír su canto, mientras una
angelical sonrisa se dibujaba en el rostro del niño.
Haigerloch,
08 de Agosto de 1997
Moraleja
“El amor de Dios es tan grande
que se preocupa por los
necesitados e indefensos”.
LAS
GRULLAS Y EL CIGOÑINO
Debido a que sus padres
tenían que hacer un largo viaje, unas cigüeñas encargaron a su pequeño hijo al
cuidado de una grullas. Conocedoras de
que el pequeño cigoñino era muy travieso, sus padres se preocuparon en darle
las recomendaciones adecuadas.
- Mira muchacho, le dijeron, cuidado con pasarte de listo y hacer
travesuras, pues, debes respetar a quienes te van a cuidar. No pelees con las pequeñas grullas, quiérelas
como si fueran tus parientes.
La pequeña ave asintió
con la cabeza y se despidió cariñosamente de sus progenitores.
A los pocos días, las
grullas empezaron a notar que sus crías se salían del nido sin permiso alguno,
siguiendo los pasos del pequeño cigoñino que no hacía el menor caso a las
órdenes y recomendaciones que se le daba.
También, en pocas semanas, las grullitas aprendieron a mentir, a pelear
entre ellos y a faltarles el respeto a sus padres
Alarmado, el padre de los críos emprendió un largo
vuelo en busca de los padres de aquel pequeño monstruo que ya resultaba
incontrolable. Ya de regreso, las
cigüeñas dieron una buena zurra al pequeño malcriado, quien hubo de modificar
sus malas costumbres, pues, sus padres no estaban dispuesto a criar a un
majadero y maleducado cigoñino.
Haigerloch,
05 de Agosto de 1997
Moraleja
“Los
malos hábitos se adquieren
con
suma facilidad”.
EL
NIÑO Y EL LADRÓN
“Paráfrasis de una narración del señor Kevner de
Bertold Brech.
Estaba un niño jugando
en un parque, cuando se le acercó un ladrón y le dijo:
- Oye tú, niño, descarga tus bolsillos y dame todas
las monedas que tengas.
El niño, sumiso y obediente, entregó al amigo de lo ajeno hasta el
último centavo que tenía. Al otro día,
el mal hombre volvió a aparecer y nuevamente el niño fue despojado de aquel
dinero destinado a comprarse helados y dulces.
Un hombre que había observado la escena intervino y preguntó al muchacho:
-
Dime pequeñuelo, tú no sabes gritar.
- No
señor, respondió el niño sumamente cariacontecido por el despojo sufrido.
-
¡Ah! Caramba, eso no es bueno, pues, serás fácil
víctima de los ladrones.
Dicho esto, el hombre quitó al niño el trompo con el que jugaba y se
marchó lentamente.
Haigerloch,
05 de Agosto de 1997
Moraleja
“El que pide recibe, el que busca
encuentra y el que no clama justicia
no la recibirá”.
EL
ASNO Y LA PANDERETA
Estaba un oso habituado
al sonido de la pandereta, de suerte que cuando su amo hacía sonar el
instrumento, el enorme animal se ponía a bailar hasta que este cesaba de
vibrar.
-
Qué
oso más inteligente, decía
la gente que se detenía a mirarlo, admirando la gracia con que el animal
danzaba y se movía al compás de la música.
Así pasó el oso gran
tiempo de su existencia andando de pueblo en pueblo, divirtiendo a la gente con
sus gracias y sus bailes y llenando la bolsa de su amo. Esto último, fue lo que atrajo la atención de
un ladronzuelo quien, sigilosamente ofreció al bailarín una rica poción de miel
de abeja la cual resultó estímulo suficiente para que el desdichado animal se
fuera tras aquel mal hombre. Para suerte
del dueño, el ladrón y el animal fueron vistos por un guardabosques, quien de
inmediato alertó a al policía para que detuvieran al bribón. La reprimenda recibida por el oso fue tan
severa, que nunca más hizo caso a extraño alguno, aún cuando abundaron las
pociones de miel.
Haigerloch,
18 de Julio de 1997
Moraleja
“Por obedecer a extraños
podemos caer en desgracia”.
Pasaba una hormiguita
por un camino llevando con gran esfuerzo un trozo de maíz, cuando escuchó el
suave canto de una cigarra que, echada sobre una hoja de higuera, tocaba con gran
entusiasmo una mandolina.
-
¡Hola!,
pequeñita, qué llevas ahí con tanto esfuerzo, preguntó la cigarra.
- Llevo un trozo de maíz para guardarlo en mi
hormiguero, respondió el
pequeño insecto. Pues, en invierno
escasea el alimento y por ello nosotras las hormigas somos muy precavidas y
guardamos alimento para cuando no haya.
La cigarra, al escuchar
eso, dejó a un lado su mandolina y comenzó a reírse con gran escándalo.
- ¡Ja, ja ja!, que gracioso, guardar comida para
tanto tiempo.
La pequeña hormiguita
se quedó atontada, pues, consideró que lo que hacía era lo correcto. Después de un breve diálogo, la cigarra la
convenció para que se quedara con ella y
juntas se pusieron a cantar. Ya entrada
la tarde, la hormiga se marchó llevando consigo su pequeño trozo de maíz.
Cuando asomó su cabeza
en el hormiguero, las llamadas de atención no se dejaron esperar.
-
Vaya,
vaya, por fin apareció nuestra “amiguita” dijo con voz
socarrona una enorme hormiga.
Por ser la primera vez,
la hormiga recibió una fuerte llamada de atención, ya que había roto la armonía
que reinaba en aquella pequeña comunidad, donde todos sus miembros trabajaban
por igual y en horarios establecidos con gran rigidez.
La pobre hormiga volvió
a encontrarse con la cigarra cantora y nuevamente se pusieron a cantar. Cuando la hormiga regresó al hormiguero ya
era casi de noche y o llevaba con ella alimento alguno, pues, una avispa
ladrona se llevó la comida aprovechando que la dueña estaba cantando.
Esta vez no fue
perdonada y fue arrojada del hormiguero por ociosa e irresponsable. A partir de entonces el pequeño insecto hubo
de trabajar el doble de lo que trabajaba antes para conseguir su alimento.
Castell
d’ieri, 30 de Setiembre de 1997
Moraleja
“Debemos cuidarnos de los malos
consejos, pues, lejos de ayudarnos
nos pueden perjudicar”.
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