martes, 8 de octubre de 2013

LIBRO EL DUENDE FABULISTA


(2001 - 2004)



1.-            Los murciélagos
2.-           El sapo entrometido
3.-           El jaguar y el leopardo
4.-           Los sapos y la tortuga
5.-           La ardilla y el topo
6.-           El lobo y los carneros
7.-           La jirafa generosa
8.-           El caballo florista
9.-           Los adolescentes condiscípulos
10.-        La perrita generosa
11.-         El caballo y el burro
12.-        El perezoso y la hormiga
13.-        El borrico indiscreto
14.-        La hormiga solidaria
15.-        Los hombres y la barca
16.-        La viga y la astilla
17.-        El campesino y su enemigo
18.-        El pulpo pedigüeño
19.-        El buzo y la ostra
20.-       La llama y el bosque
21.-        El rico y la harapienta
22.-       La araña cazadora
23.-       La comadreja y el ratón
24.-       El gorila y el chimpancé
25.-       El mapache y los castores
26.-       El burro y el conejo
27.-       El elefante y la cornaca
28.-       El pez indiscreto
29.-       El tigre, el gorila y el cerdo
30.-       La escalera quejumbrosa
31.-        El mono que quiso ser rey
32.-       El borracho y los mendigos
33.-       El pollito mentiroso
34.-       La mariposa y la lagartija
35.-       La mano derecha
36.-       El cocodrilo y el mono
37.-       El padre, el hijo y el caballo
38.-       El león, el elefante y la jirafa
39.-       Los payasos y los tigres
40.-       Nadador pretencioso
41.-        El guardián y los mandriles
42.-       La hiena embustera
43.-       El pingüino sabelotodo
44.-       El chanchito engreído
45.-       El faro y el barco
46.-       La higuera y la parra
47.-       El gallo desinformado
48.-       El mosquito, la mosca, el camaleón
49.-       La polilla y el ladrón
50.-       La madre y el niño
51.-        Las grullas y el cigoñino
52.-       El niño y el ladrón
53.-       El asno y la pandereta

54.-       La hormiga y la cigarra








LOS MURCIÉLAGOS


Un pequeño murciélago acostumbraba salir de su cueva apenas el día se apagaba, por lo que era uno de los que más insectos lograba capturar para su alimentación.  Como era un murciélago muy amiguero, acostumbraba  llevar un poco de insectos para compartir con otros murciélagos que, o estaban enfermos o no había tenido suerte en su incursión nocturna.

-Oye, tú, le dijo un murciélago negro a aquel murciélago generoso.  Por qué eres tan tonto y en vez de estar repartiendo tantos insectos entre los otros, no los guardas para ti, así no tendrías que salir todos los días a cazar.

El murciélago se sonrió y le dijo

-No hay que ser egoísta y pensar en los demás, en aquellos que necesitan y no tienen y en los enfermos.

Una noche el murciélago se golpeó un ala por lo cual no pudo ir a cazar.  Nadie le dio de comer, nadie se preocupó por su salud y así se estuvo los tres días que duró su convalecencia.  El único que se llegó hasta él fue el murciélago negro, pero no para socorrerlo, sino para recriminarlo.


-Vez, pequeño tonto lo que les sucede a aquellos que como tú se preocupan por otro y no por sí mismos.  Mírate como has enflaquecido, los huesos se te notan con facilidad por debajo de la piel.

El murciélago enfermo lo miró con ternura y, sonriendo, le dijo:

-Yo cuando ayudo a alguien no espero que este me retribuya el favor.  Lo hago porque me place ayudar a mi prójimo.

El murciélago negro, haciendo una mueca de fastidio, se marchó sin saber entendido las palabras del pequeño murciélago.

Haigerloch, 26 de  Agosto de 1997.

Moraleja
“Hay más felicidad en dar
que en recibir”




EL SAPO ENTROMETIDO

En un pantano había un sapo que tenía la mala costumbre de meter la cuchara en plato ajeno, esto es, entrometerse en las conversaciones ajenas sin importarle las consecuencias de su intromisión.


Un día discutían acaloradamente una rana y un pequeño mono, porque este último había dejado caer una cáscara de plátano sobre la primera.  El sapo que pasaba por ahí, dio su opinión favoreciendo a la rana.  El mono reaccionó de inmediato dándole una bofetada que lo clavó de cabeza en una charca.

Las frecuentes golpizas que recibía el sapo no mellaban su indiscreción, de ahí que siempre se le viera con algún rasguño en la cara o con algún ojo amoratado.  Pero no sólo era un entrometido, sino que se deleitaba divulgando todo aquello que escuchaba.

-Eres un sapo lenguaraz e indiscreto, le decía la serpiente al sapo, mientras su áspera lengua entraba y salía de su boca amenazadoramente.

Una tarde en que se encontraron el oso y el mono, el primero le dio una golpiza al pobre simio que lo dejó maltrecho.  La causa de todo había sido un chisme que el sapo, maliciosa-mente, había deslizado en la oreja del oso.  La venganza no se hizo esperar, y el pobre sapo terminó sus días sin poder sacarse el bozal que el mono se había encargado de atar fuertemente en esa boca indiscreta.

Haigerloch, 26 de Agosto de 1997.


Moraleja
“Debemos tener prudencia con nuestra lengua y no ser precipitado en nuestras palabras”




EL JAGUAR Y EL LEOPARDO
Un jaguar y un leopardo discutían constantemente por establecer cuál de los dos poseía la piel más hermosa.  Buscando solucionar sus discrepancias, ambos felinos recurrieron al rey de la selva.

-Díganos majestad, cuál de nosotros dos cree usted que posee la piel más vistosa, preguntó el jaguar al león.

El león los miró con indiferencia y se retiró, como indicándoles que no perdía el tiempo en discusiones tontas. 

Pero la vanidad que envolvía a ambas fieras los llevó a probar suerte con el cocodrilo.

-Oye, tú amigo cocodrilo, queremos que nos digas cuál de nosotros posee la piel más hermosa, dijo el leopardo, cuya piel rojiza con redondas manchas negras le daban un aire de superioridad sobre su oponente.

-Si se acercan un poco más podré verlos mejor, y así podré decidir cuál de los dos es el que tiene la piel más hermosa.  Ya tengo mi edad y no puedo ver bien a esa distancia, contestó el astuto reptil.

-Crees que somos tontos, viejo matrero.  Lo que buscas es que nos acerquemos para que saques a relucir tus filudos dientes.

-¿Qué haremos ahora?  Preguntó el jaguar al leopardo muy desilusionado.

-No te  preocupes, contestó el otro.  Sé quien nos podrá dar una real respuesta.

Al otro día, un cazador aficionado lucía en la pared de su cabaña, la piel de aquellos dos felinos que por satisfacer su vanidad, habían caído en el sito equivocado.

-No me equivoco al afirmar que los dos son una belleza,  se decía a sí mismo el cazador, contento de haber topado con aquellos tontos animales.

Haigerloch, 16 de Agosto de 1997.

Moraleja
“Los ostentosos caen fácilmente
a causa de su vanidad”




LOS SAPOS Y LA TORTUGA

No es digno aprovecharse de las debilidades de otros”

Estaban en un estanque un sapo y una tortuga, cuando llegó el guardián que diariamente les llevaba la comida y, como era su costumbre, arrojó los alimentos destinados a ellos en forma desordenada.  Los sapos, aprovechando sus elásticos saltos, se abalanzaron sobre las verduras ahí caídas y las devoraron con gran rapidez.  Mientras tanto la tortuga luchaba por llegar a tomar algo d a alimento antes que los batracios, pues, casi todos los días, las dejaban sin alimento.  Cuando ya casi había cogido un trozo de lechuga, un pequeño sapo le arrebató el alimento.

-Un momento amiga, esta rica lechuga es par este sapito que aun no llena su pancita, así que por favor hazte a un lado y déjame pasar.


La pobre tortuga, resignada a su triste destino, se fue a un rincón a esperar la muerte, pues, su cuerpo, ya debilitado, no podía ni sostener la carga de su caparazón.

Pero como Dios siempre se acuerda de sus hijos, una mañana el guardián se dio cuenta de las penurias que sufría el pobre animal y optó por separarla de los sapos y la colocó en una hermosa jaula donde tuvo hasta un pequeño estanque con agua cristalina para ella sola.

Haigerloch, 09 de Julio de 1997.

Moraleja
Avergüénzate de morir si no has ganado aún alguna victoria para la humanidad.




LA ARDILLA Y EL TOPO

Vivía en un gigantesco árbol una ardilla que se pasaba gran parte del día recolectando bellotas, las cuales fue acumulando durante el invierno y parte de la primavera.  Todo el mundo se quedaba asombrado de la  enorme cantidad de fruto acumulado por la pequeña roedora, menos el pequeño topo quien se quejaba de que la ardilla bajaba por las mañanas de su árbol, con la finalidad de pedirle a todo aquel que se cruzaba en su camino algo de comer.

-Es inaudito, se lamentaba el topo, que esta pequeña arpía ande pidiéndole alimento a  todo el mundo.  Es una desvergonzada, su tacañería es ya conocida por todos, pero nunca falta algún incauto siempre obtiene algún beneficio.

La ardilla, lejos de sentir vergüenza, toma lo que le daban e iba hasta su árbol donde sólo ingería la mitad de lo recibido.

Su desvergüenza fu tanta, que compartía los alimentos ajenos con otros, pero cuidando siempre de guardarse la mejor parte.

Un día en que la ardilla enfermó, un gran número de ratas, aprovechándose de la situación, arrasaron con las riquezas alimenticias de la pobre ardilla, quien vio así desaparecer aquello que tanto le había costado reunir.

Pero la pobre o quedó en el abandono, pues, a pesar de haber tenido un mal comportamiento, quienes la conocían la socorrieron buscando con este gesto que ella recapacitara y cambiara su forma de ser.

Haigerloch, 02 de Julio 1997.
Moraleja
“A quienes pretenden ser generosos con lo de otros, pero son mezquinos con los bienes propios.




EL LOBO Y LOS CARNEROS

Todas las mañanas, un lobo acostumbraba observar a un grupo de carneros a quienes pensaba devorar.  Astuto como era, el lobo se deslizaba, casi a rastras, por entre los peñascos de la montaña en que vivía.  Ya había elaborado en su mente diabólica un plan para ir haciéndose de los lanudos animal.  Para esto, había guardado la piel de una oveja, a quien había dado muerte tiempo atrás.  Cubierto con la piel, el lobo descendió una mañana muy temprano y se escondió entre unos arbustos, esperándola  la pequeña manada.  Al poco rato, los vio aparecer en compañía de un pastor y algunos perros.  Esto no lo alarmó, pues, se sentía muy protegido bajo esa blanca piel.  Ya metido entre los pequeños animales, el lobo comenzó a buscar la presa más sustanciosa.

Cuando la encontró, no dudó en saltar sobre ella, pero grande fue su chasco al comprobar que bajo la lana se escondía un enorme perro quien logró darle un fuerte mordisco en la cola haciendo que el lobo emitiera un fuerte y prolongado aullido. Al instante, cuatro canes más se despojaron de las pieles que los encubrían y se lanzaron sobre el infeliz animal que no encontraba camino seguro para su huida.  Parece ser que el lobo no murió, pero lo que sí hubo certeza, es que el animal no se le volvió a ver nunca más.  Los perros guardaron como trofeo y por mucho tiempo la peluda cola, pero se entristecieron mucho, cuando en una noche de luna esta desapareció par siempre.

Haigerloch, 19 de Julio de 1997.


Moraleja
“Tendemos a equivocarnos cuando no evaluamos con certeza nuestros cálculos”




LA JIRAFA GENEROSA

En cierta parte de un bosque los frutos de algunos árboles crecían en los lugares más inasequibles que se pueda imaginar:  Entre las ramas más endebles, en las altas copas, e inclusive en las yemas de algunas ramadas.  De ahí que algunos animales se privaran de tan deliciosos y suculentos frutos los cuales la mayoría  de las veces se descomponían en el árbol y caían a tierra en estado de putrefacción.  Pero por los alrededores habitaba una enorme jirafa que con su largo cuello y  filuda cabeza, recorría los árboles frutales recogiendo frutos y distribuyéndolos entre los animales pequeños.

-Gracias, amiga, decía alegremente un obeso tejón.  Les contaré a todos la buena acción que has hecho conmigo.

La jirafa, moviendo la cabeza de un lado a otro, le decía:

-De ninguna manera.  Si lo haces no te volveré a dar ningún fruto y entonces te quedarás con hambre.

El animal se iba sin entender la actitud de la jirafa, pero contento de los frutos que tenía.

Luego te tocó el turno a un viejo mono, que debido a tener una de sus patas torcida, había perdido la agilidad como para trepar en aquellos empinados árboles.

-Gracias, jirafita, eres un ser muy dulce y bueno.  A todos contaré de tu bondad.

Nuevamente la jirafa se negó, quedando el simio sumamente desconcertado.  Todos siguieron disfrutando de la ayuda desinteresada que la jirafa les brindaba y con el tiempo aprendieron también ellos a ayudar a otros in esperar retribución ni reconocimiento alguno.

Haigerloch, 05 de Agosto de 1997


Moraleja
“Las buenas acciones no deben ser mencionadas a los cuatro vientos, el mérito está en callarlo”




EL CABALLO FLORISTA
Gustaba un joven caballo pasearse por los campos desde muy temprano en busca de tiernas flores las cuales olisqueaba y después devoraba con suma complacencia.

-Unas abejitas que lo vieron; le dijeron muy enfadadas.

-Oiga usted, grandote, debería avergonzarse de estar comiéndose aquellas tiernas florecitas.  No se da cuenta que Dios las ha puesto por doquiera para que con su colorido den belleza a los campos, a los bosques y a los jardines.

El caballo abrió los ojos muy sorprendido y replicó.

-Y acaso ustedes, así como las mariposas y los pájaros no las dañan también con sus aguijones y sus picos.

-Te equivocas de cabo a rabo, grandulón.  Nosotras como los pájaros y las mariposas sólo extraemos el polen para preparar nuestra miel.  Por otro lado, los  insectos contribuimos a diseminar el polen que es el polvillo fecundante de las flores.

El caballo escuchó atento todas aquellas razone.

Moviendo su cola, mostró su conformidad.  Desde ese día, las abejitas gustan posarse sobre el lomo del caballo para que este los paseara a través del campo.

Haigerloch, 03 de Agosto de 1997.


Moraleja
“Por desconocimiento solemos
hace cosas perjudiciales”.




LOS ADOLESCENTES CONDISCÍPULOS

Estaban dos adolescentes discutiendo sobre la importancia del aseo en el desarrollo físico y espiritual del hombre, cuando el menor de ellos manifestó  su discrepancia de mala manera, provocando la reacción del otro.

-Qué pasa contigo, amigo, es que acaso en la escuela no has aprendido a conversar con tranquilidad.

El adolescente menor se sintió afectado por aquella llamada de atención y, más aún, por la presencia de otros muchachos que estaban escuchando. Entonces su reacción fue violenta.

-Oye, tú, tonto pestilente.  Qué te crees, que por tener unos años más que yo puedes tratarme como si yo fuera tu hijo, pues, te equivocas sonsonete.

El adolescente mayor se sintió avergon-zado y, cabizbajo, se alejó cargando aquella rehíla de inmerecidos insultos.  Pasado los días a conciencia comenzó a trabajar en aquel jovenzuelo malcriado y engreído que había osado agredir verbalmente a su condiscípulo cierta noche en que la mayoría de los jóvenes que presenciaron la agresión estaban presentes, como salido de las sombras apareció la figura del adolescente agresor.

-Queridos amigos, dijo con voz dulce y suave.  Es de hombres reconocer su falta y más aún para tener el valor de reconocer ésta públicamente.  Quiero delante de ustedes, pedirle a mi condiscípulo disculpe mi falta, mi carencia de tino y juicio para sostener una conversación alturada.  Los insultos son fácil decirlos, lo difícil e hidalgo es reconocer nuestra falta y disculparnos.

Ambos amigos se unieron en un abrazo, sellando en él su indestructible amistad.

Haigerloch, 02 de  Agosto de 1997.


Moraleja
“Fácil es proferir insultos al prójimo, lo difícil es saber reconocer nuestros errores y pedir disculpas”.





LA PERRITA GENEROSA

Enterada una perrita que otra compañera suya había dado a luz un considerable número de perritos, acudió a ayudarla en el cuidado de estos.

-Vaya, amiga, tú sí que sabes hacer las cosas en grande.  Quince cachorritos es un número difícil de alimentar, más aún ahora que estás demasiado débil y que tus mamas no dan  la suficiente leche.

La madre se puso triste, y pensó que perdería a algunos de sus críos por no tener con qué alimentarlos.

-No te preocupes, yo me encargaré de que a estos pequeñitos no les falte su leche, ya verás, dijo decida la perrita generosa.

Lo primero que hizo fue ubicar a todas aquellas madres que estaban dando de lactar a sus críos y luego, tuvo que transportar a los cachorros uno por uno para que lactaran.

Así trabajó la perrita generosa hasta que se agotaron sus fuerzas, pero logró a través de los días cumplir con su objetivo.

Tiempo después, la perrita fue atropellada por un automovilista, descuidado.  Todo el tiempo que duró su convalecencia, la perrita generosa fue visitada y atendida por un gran número de perros que cuando pequeños fueron atendidos por ella.

Haigerloch, 03 de Agosto de 1997.


Moraleja
“La bondad para con los demás
tiene su recompensa”




EL CABALLO Y EL BURRO

Estaba cargando costales de cebada sobre el lomo de un burro, cuando un caballo le dijo:

-No te muevas mucho porque sino se caerán los costales y se perderá el cereal.

-Eso ya lo sé; tú crees que un burro no posee la misma inteligencia que un caballo.

No Bien el animal hubo terminado de hablar cuando al suelo cayeron dos de los pesados fardos.  De inmediato, el burro recibió dos latigazos que lo hicieron cocear.  Rato después, cuando atravesaban un pequeño puente, el caballo le dijo al burro:

-Ten cuidado cuando pases aquel puente, pues, varias maderas están sueltas y puedes hundir una de tus patas en alguna rendija y eso...

-Ya sé, interrumpió bruscamente el interpelado, puedo caerme y botar mi carga.  Sabes lo que me molesta de ti, amigo, es el hecho de que me estés dando consejos como si yo fuera un insensato.

Al cruzar el puente, el caballo lo hizo sin ningún inconveniente, mas no así el testarudo burro, quien tropezó con una de las maderas sueltas, dando con la carga en el pequeño abismo.  La pobre bestia recibió entonces una retahíla de azotes que lo obligó a doblar las patas.

Al llegar a su destino, lo primero que hizo el dueño de la cebada fue vender al burro, a un precio muy por debajo de lo normal.

Haigerloch, 01 de Agosto  de 1997.

Moraleja
“El que quiera aprender debe sacarse los algodones de la oreja y ponérselos en la boca”.




EL PEREZOSO Y LA HORMIGA

Una pequeña hormiga se levantaba muy temprano y comenzaba su ardua y rutinaria tarea de llevar hojas y restos de insectos hasta su hormiguero.  Todos quienes la veían, no cesaban de halagar su fuerza, su perseverancia y su entusiasmo para realizar su trabajo: Cerca de ella, un perezoso seguía durmiendo como esperando la hora del almuerzo para despertarse.

-Miren que animalito más trabajador, decía un ruiseñor, mientras se preparaba para cantar su primera canción matutina.

-Es un dechado de virtud. Ella no necesita de amos ni mayordomos para cumplir con su responsabilidad, agregó el mirlo bastante molesto al ver al perezoso dormitando.

-Hasta cuando estarás colgado de esas ramas y con los brazos cruzados, sinvergüenza, replicó con voz atronadora un viejo búho. No eras más que un vagabundo, concluyó.

Por más llamadas de atención que recibió, el animalejo siguió haciendo de las suyas, hasta que la miseria y la pobreza terminaron con sus días de vagabundeo.

Haigerloch, 10 de  Agosto de 1997.


Moraleja
“Quien conoce sus deberes y obligaciones,
no necesita que se le esté recordando cuáles son”




EL BORRICO INDISCRETO

En una cabaña vivía un joven mozo que gustaba embriagarse los fines de semana, faltando así a sus labores del campo, lo cual ponía de mal humor a su empleador, quien ya comenzaba a dudar de la autenticidad de las justificaciones del mozuelo.  Cuando el muchacho aparecía montando en su borrico, el empleador le decía:

-Qué excusa me traerás ahora, desvergonzado borracho.  Bien que sabes cuidar que nadie sea testigo de tus malas andanzas, pero ya me las pagarás, pues algún día la lengua de tu borrico hablará y delatará con lujo de detalles toda tu canallada.

El cretino, lejos de sentir vergüenza de su actitud, continuó con sus vicios.  El pobre borrico se pasaba días sin probar alimento alguno, pues, el muchacho se olvidaba de darle de comer o bien no tenía dinero para comprarle su alfalfa y su heno.  Cansado de tanto maltrato, el borrico comenzó a solicitar alimento por aquí y por allá.  Tal noticia llegó a oídos del empleador del muchacho, quien por una buena paca de heno, logró una detallada confesión del resentido animal.  El muchacho fue despedido de sus labores agrícolas y no tardó en sumirse más y más en el consumo de alcohol muriendo al poco tiempo.  El borrico, viéndose abandonado y desamparado, se puso a deambular por los bosques cercanos, donde los lobos dieron fácil cuenta de él.

Haigerloch, 02 de Agosto de 1997.


Moraleja
“Toda indiscreción trae consigo
malestar a quien la comete”




LA HORMIGA SOLIDARIA

Había una vez una pequeña hormiga que por ociosa y descuidada, se había quedado sin hogar; nunca se preocupó por construir una vivienda para poder vivir en ella, de ahí que cuando se sintió realmente desamparada, que a solicitar hospedaje a la casa de otra hormiga, a sabiendas de que ésta tenía buen corazón.  Fue recibida con un sin número de atenciones, pero al día siguiente comenzaron los primeros inconvenientes.

-Oye, amiga, debes levantarte apenas el sol aparece en el horizonte, para trabajar, dijo la hormiguita dueña de casa..

Al segundo día:

-Qué barbaridad, comes y dejas la cocina que es un asco.

Al tercer día:

¡Ay!  Dios mío, qué voy a hacer contigo perezosa, ni siquiera lavas el plato en que comes.

Al cuarto día:

-Otra vez dejando tu ropa y tus zapatos por todo el cuarto.
Fueron tantas las llamadas de atención que la hormiguita no soportó más y se marchó.  A los pocos días tocaron a  la puerta de la hormiguita solidaria, quien tocaba no era otra que la hormiga a la cual había llamado al orden infinidad de veces.

-¡Hola, linda amiga: Te extrañará mi presencia, pero no podía dejar de decirte que mi comportamiento ha cambiado tremendamente!

Era cierto, aquella hormiga haragana, desaseada, descuidada e irresponsable, se había transformado en una aseada, cuidadosa, trabajadora y responsable hormiga. 

La hormiga solidaria insistió en que volviera a vivir con ella y la otra aceptó.  Se volvieron amigas inseparables.

Haigerloch, 28 de Agosto de 1997


Moraleja
Las críticas que nos hacen nos sirven para ver nuestros errores y corrigiendo estos, crecemos como personas.


LOS HOMBRES Y LA BARCA

Acostumbraban unos amigos salir a pasear en una barca.  Un día uno de ellos se quedó dormido mientras el otro lanzaba su anzuelo en el mar para ver si pescaba algo para llevar a su casa.  Así estuvo largo rato sin pescar nada.  A las pocas horas, el cielo oscureció y una tempestad amenazó con mover el mar.  Rápidamente el hombre se colocó el único salvavidas existe y se arrojó al mar abandonando a su amigo que, aún dormido, seguía descansando plácidamente ignorando el peligro que corría.  Cuando la marea estuvo encabritada, el hombre despertó y vio a su amigo que ya estaba a una gran distancia.

-Traidor y miserable, fue lo único que atinó a decir el pobre hombre mientras tomaba su remo para iniciar su titánica lucha por salar su vida.

A las pocas horas, el mar amainó su bravura y la barca y su asustado ocupante lograron capear el temporal.  Ya en la orilla el hombre encontró al amigo que lo había abandonado a su suerte.  Este quiso justificarse, pero el otro lo detuvo y le dijo:

-No te preocupes, tus acciones por sí solas hablan lo suficiente.

Y el hombre se marchó dando gracia al cielo de haber descubierto que aquel tipejo no merecía su consideración.

Haigerloch, 04 Agosto de1997.


Moraleja
“Hay personas que no merecen que
les brindemos nuestra confianza
y amistad.”




LA VIGA Y LA ASTILLA

En un pequeño pueblo serrano vivía un hombre, en compañía de su mujer y sus siete hijos.

-Por qué no comes con cuidado y evitas estar botando la comida del plato, decía el hombre a su hijo menor.

Al rato, se volvía a escuchar la voz del padre llamándole la atención a su hijo mayor.

-Hasta cuándo entrarás en la casa sin limpiarte los pies como debe ser.  Cada día más grande y más tonto. Buena perla de hijo me has dado, mujer.

Por la tarde, los gritos estentóreos del viejo volvían a resonar por toda la casa.  Esta vez era una de sus hijas la víctima de las iras del padre:

-Muchacha majadera, ya te he dicho mil veces que no debes dejar tus labores de costura por toda la casa, cuando aprenderás, o es que de3 seguro te hacen falta unos buenos azotes.

Así transcurrió la vida de aquellos siete jóvenes, hasta el día aquel en que el viejo renegón fue llamado por el Señor para que estuviera a su lado.

-Padre, dijo el mayor de los hijos.  No podemos ocultar nuestra pena por tu partida, pero es bueno que sepas que toda la vida te preocupaste por corregir nuestros errores, olvidando así corregir los tuyos, hierros que fueron imitados por nosotros  desde que éramos niños.  Viste la astilla en nuestros ojos, pero no viste la enorme viga que atravesaba los tuyos.

El padre se sonrió, y después de besar a cada uno de sus hijos y a su mujer, cerró los ojos para siempre.

Haigerloch, 05 de Agosto de 1997


Moraleja
“No tratemos de cambiar al resto,
cambiemos nosotros”




EL CAMPESINO Y SU ENEMIGO

Un campesino, dueño de unos trigales, había prosperado en gran medida gracias a su perseverancia y a la honestidad con que se dedicaba a su trabajo.  Pero no faltó un envidioso que aprovechando la oscuridad de la noche, sembró cardos, ortigas y muérdagos entre el sembrío de trigo. Fue así que a los pocos días, las plantas parásitas comenzaron a malograr las plantaciones de aquel campesino honesto.  El hombre entristeció, pero de inmediato hizo arrancar el trigo y las plantas malignas.

Cuando sus trabajadores le hicieron ver que aquello no podía ser obra más que de aquel hombre malvado, el campesino dijo que él no podía juzgar a nadie sin pruebas contundentes.  Aquellas incursiones nocturnas se llevaron a cabo durante muchas veces, ero nada lograron las constantes vigilancias.  Para tales extensiones de terreno, se necesitaban quintuplicar el número de cuidadores y aquello resultaba imposible.


-Sí, mi enemigo es el culpable, dijo el campesino al borde de la ruina, ya Dios se encargará de juzgarlo.

A los pocos años, el enemigo del campesino enfermó de gravedad.  Llamado el sacerdote para hacerle la extremaunción, el hombre confesó sus maldades, entre ellas, haber dañado los sembríos del campesino.  Este se acercó hasta su lecho y lo perdonó.  Así el hombre pudo morir en paz.

Haigerloch, 03 de Agosto de 1997


Moraleja
“El mal y el bien siempre estarán
por doquier, lo importante es
que seamos sabios para establecer
la diferencia”




EL PULPO PEDIGÜEÑO

Habitaban en un acuario dos enormes pulpos, cuyas naturalezas eran muy diferentes.  Mientras uno de ellos era tímido e inofensivo, el otro era agresivo y malhumorado.

-Como no me traigan mi comida a tiempo, tomaré una piedra y la estrellaré contra el vidrio para que atienda mi pedido, decía el pulpo con gesto avinagrado.

Por más que el otro pulpo trataba de calmarlo, el exasperado molusco seguía en su ofuscada decisión.  La oportuna llegada de unas langostas para el almuerzo, calmaron la furia del colérico animal.  Pero un día, en que el encargado del acuario demoraba la comida, el pulpo agresivo pegó sus ocho tentáculos al cristal cambiando de color rápidamente para atraer la atención.  Como el encargado no le hizo caso, el furioso animal tomó un guijarro del fondo del acuario y golpeó el vidrio con tanta insistencia que tuvieron que darle de comer.

-Un día vas a ver quién soy yo, pulpo desvergonzado, dijo el cuidador.

El pulpo inofensivo fue cambiado de acuario, para que su vecino no le pasara las malas mañas, lo cual resultó indiferente al otro.  Un día el encargado enfermó y no acudió al acuario. El pulpo, creyendo que el hombre quería vengarse de él, tomó una piedra con cada uno de sus tentáculos y comenzó a golpear el cristal.  La furia del animal fu tanta que rajó en gran manera el enorme vidrio dando inicio a una progresiva pérdida de agua.  Al otro día, el pulpo yacía en el fondo del acuario, pegado a una roca.  Toda el agua se había filtrado y el animal había muerto por asfixia.

-Eso te pasó por majadero, cabeza de boa, dijo el encargado mientras trataba de despegar al animal de la roca.

Haigerloch, 18 de Agosto de 1997


Moraleja
“Si pedimos las cosas de buenas maneras,
nadie nos negará lo solicitado”.




EL BUZO Y LA OSTRA

Estaba un buzo cerca de una cueva submarina, cuando vio que dentro de una ostra brillaba  una enorme perla.

-Este será un buen regalo para mi novia, pensó el buzo, mientras que con un cuchillo trataba de sacar al molusco de entre las piedras.

Ya en tierra, la filuda hoja, accionada por el buzo, trataba de penetrar en la dura concha de la ostra, pero con resultados insatisfactorios.

-Yo te voy a enseñar quien puede más, refunfuñaba el hombre bastante molesto al ver que sus esfuerzos se hacían más infructuosos a cada momento.

La ostra, empecinada de retener su brillante, redonda y anacarada joya, libró una lucha titánica contra aquel intruso que pretendía robarle su perla.

-¡Aja!, así que no quieres abrirte no, pues ahora verás de lo que soy capaz.  Ni para mí ni para ti.

Terminando de decir esto, el buzo cogió una enorme piedra y la estrelló contra el molusco haciéndolo papilla.

Haigerloch, 25 de Agosto de 1997


Moraleja
“No es que la necedad nos lleve a
destruir aquello de lo que no podemos
sacar provecho”




LA LLAMA Y EL BOSQUE

Un grupo de excursionistas habían acampado en un bosque donde abundaban los nogales, los eucaliptos y los cedros.  Después de pernoctar tres días en aquel lugar, los integrantes del grupo retornaron a la ciudad.  El encargado de apagar la fogata no tomó la precaución debida y dejó algunos trozos de pequeños leños en combustión por lo cual, avivados por el viento, estas elevaron una pequeña llamita verdiazul que amenazaba con crecer.

-Miren es llama insignificante, dijo el bosque buscando ridiculizar al pequeño madero encendido.

La llama, herida en su amor propio, le pidió al viento que arreciara con mayor fuerza.  Fue entonces cuando las chispas salieron de la fogata, cuyo crepitar aumentaba con la fuerza del viento.  De inmediato el fuego hizo presa de los secos arbustos y de ahí pasó a los árboles.  En pocos minutos se produjo un incendio que no pudo ser contenido por los guardabosques quienes tuvieron que resignarse a ver como la vegetación desaparecía envuelta en ese incontenible infierno.

Al día siguiente, un cementerio de árboles podía divisarse en grandes extensiones de terreno.  Un joven bombero se acercó a la llamita que había provocado el fuego con intención de apagarla, pero uno de los guardabosques le dijo:

-No gastes agua en eso, es tan insignificante que no quemaría ni una hoja. 

Y se marcharon en busca de un fuego más significativo.

Haigerloch, 16 de Agosto de 1997.


Moraleja
“No minimicemos al enemigo pequeño,
 pues, no sabemos el tamaño de
su fuerza”




EL RICO Y LA HARAPIENTA

Vivía en una villa un anciano que tenía una gran fortuna, por lo cual siempre se le veía  bien vestido, comiendo en los restaurantes más suntuosos y en los lugares más distinguidos.  Un día, cuando salía de una tienda de venta de ropa, él salió al encuentro una mujer harapienta en cuyo rostro se reflejaba el ayuno involuntario a la que sometida por la pobreza estaba.

-Señor, deme una caridad, pues, son incontables los días en que no he tenido un pan que llevarme a la boca e innumerables también aquellos en que mi piel se ha amoratado por las inclemencias del frío.

El hombre puso su mano sobre el hombro de la infeliz mujer y le dijo:

-Mujer, estarás en mis oraciones, esta noche pediré para que no te falte pan ni vestidos con que cubrir tu desnudes y así evitar que enfermes.

Luego de decir aquello, el hombre subió a su automóvil y se marchó.  La mujer levantó los hombros en señal de incomprensión y fue a buscar consuelo en otra parte.

Haigerloch, 13 de Agosto de 1997.


Moraleja
“Son las obras las que hacen justo
al hombre y no sólo la fe”




LA ARAÑA CAZADORA

Una araña gigante había tejido una enorme telaraña, con la que pensaba capturar un gran número de insectos para satisfacer su voraz apetito.

Sus cálculos fueron buenos, pues, en poco tiempo moscas, libélulas, hormigas y pequeñas mariquitas fueron cayendo en la fina red.

El arácnido engordó tanto que comenzó a desplazarse con la lentitud de un buey.  Pero su gula era incontenible por lo que sus trampas seguían creciendo en tamaño.  Una mañana, una negra tarántula la divisó cerca de una rama bebiendo agua.   De dos ágiles saltos, la tarántula se puso a corta distancia de la araña, quien al tratar de escapar, tropezó con una hoja seca y cayó sobre su propio telar, el cual, por el excesivo peso del arácnido, se desprendió, envolviéndola de tal manera que quedó inmovilizada.

Minutos más tarde, su cuerpo, con telar y todo, era transportado por un grupo de hormigas rojas rumbo a un hormiguero

Haigerloch, 13 de Agosto de 1997

Moraleja
“No muy pocas veces somos
víctimas de nuestras propias
artimañas”.




LA COMADREJA Y EL RATÓN

Una vieja comadreja se encontraba en su guarida sufriendo las dolencias de su edad, cuando vio aparecer muy cerca de ella a un pequeño ratón gris.

-¡Hola, amiguito!, dijo la comadreja con voz amigable y zalamera.  Ven aquí, conmigo.  Quisiera que me ayudaras a limpiar mi cueva, pues, como estoy vieja y enferma, no puedo hacerlo yo.

El ratón se sonrió y, con voz decidida, le contestó:

-Subestimas mi inteligencia, vieja zorra.  Crees que soy tonto.  Piensas que soy tan ingenuo como para creer que respetarás mi vida cuando esté al alcance de tus sucias garras.  No, lo que piensas lo puedo leer en tus ojos.

No bien el ratón había terminado de hablar, cuando la comadreja se abalanzó sobre el ratón quien, joven y ágil, logró evadir el ataque.  La pobre atracadora tuvo que esperar varios días para que algún incauto cayera en su celada.

Haigerloch, 12 de Agosto 1997


Moraleja
“Sabio es aquel que no sigue
las peticiones del enemigo”.




EL GORILA Y EL CHIMPANCÉ

En un zoológico habitaba un enorme gorila gris que había tomado la costumbre de sobreproteger a un chimpancé.

Este último, aprovechando esa ventaja, molestaba y se posesionaba de la comida de otros animales que antes que meterse con aquel enorme simio, preferían dejar que aquel mono bandolero siguiera haciendo de las suyas.

-Algún día te atraparé y saldaremos cuentas, se quejaba el mandril.

-Ya me las pagarás, truhán, decía el hipopótamo.

-Te aprovechas de los indefensos, le recriminaba el elefante.

Pero todas esas llamadas de atención y advertencias no hacía eco en aquel mono facineroso.  Un día llegó una gorila para que hiciera pareja con el gorila macho del zoológico.  El gorila al ver a aquella hermosa compañera se olvidó hasta de comer y, como era de esperar, ya no le interesó la amistad ni la existencia del chimpancé.  Este quedó así desprotegido, y las represalias no se dejaron esperar.  Primero fue el mandril, luego el hipopótamo, después la cebra y el sajino. El pobre mono andaba loco, corriendo y trepando de un lado a otro, escondiéndose de todos aquellos que querían darle su merecido por todos los abusos que había cometido cuando gozaba de la protección del gorila.

Al poco tiempo, el chimpancé tuvo que ser trasladado a otro parque, porque ningún animal lo quería cerca.

Castell d’iere, 29 de Agosto 1997


Moraleja
“La sobreprotección nos vuelve
más dependientes y con el tiempo
nos hace vulnerables”.




EL MAPACHE Y LOS CASTORES

En un estanque chapoteaban alegremente varios castores a la espera de poder construir un dique, para construir sus madrigueras debajo de él.  Todo marchaba de miel maravillas para estos constructores, hasta que a la orilla del estanque apareció la figura de un mapache.

-Ahí está de nuevo ese bandido, dijo la señora castor.  Siempre viene a quitarnos nuestro alimento, cada día quedan menos ranas en el estanque.

El papá castor, que estaba ocupado en limpiar su pelaje, dijo con voz ronca.

-Oye, tú, mapache, como te vuelva a ver por aquí te voy a dar una paliza que nunca olvidarás.

El mapache no hizo caso y, al día siguiente, fue sorprendido comiendo cangrejos en la orilla de la poza.  Los castores se lanzaron sobre él, pero con gran rapidez el astuto mapache logró trepar en un manzano.

-¡Ja, ja!  ¡Je, je!, dijo papá castor.

Este torito cree que subiéndose al árbol está seguro.  Ahora verás lo que es bueno.

Papá castor y mamá castor pusiéronse a roer con gran minuciosidad el delgado tronco del manzano y en pocos minutos este vino a caer en el estanque.  El mapache logró nadar hasta la orilla y con gran esfuerzo, pudo tomar una manzana y huir a toda prisa.

Al día siguiente, papá castor llegó a su madriguera e informó a su familia que la señora mapache había tenido cuatro crías y que por esa razón el mapache había estado buscando alimento desesperadamente.

Horas más tarde, la familia de mapaches quedáronse sorprendidos al ver aparecer a los castores llevando consigo un gran número de ranas, cangrejos y manzanas.

-Este regalo es por el nacimiento de sus crías, señora mapache, dijo papá castor.  Si nos hubieran dicho de las necesidades que tenían nos hubiéramos evitado tantos inconvenientes.

Fue así como ambas familias acordaron compartir el estanque y los árboles frutales de los alrededores.

-Total, hay bastante para todos, concluyó papá castor

Castell d’iere, 30 de Agosto 1997

Moraleja
“Es de sabios buscar un entendimiento
antes que llegar al litigio”




EL BURRO Y EL CONEJO

Pastando estaba un burro, cuando vio un conejo que corría por entre la hierba.

-¡Ja, ja! Dijo el cuadrúpedo, que enormes orejas tienes.

El conejo no hizo caso a las palabras del burro y siguió su camino.  Días después, el burro llegó a un mercado de abastos en compañía de su amo y en él volvió a encontrar al conejo, quien ahora estaba metido en una jaula.

-¡Ja, ja! Dijo otra vez el burro, miren que enormes y graciosas orejas tiene este animal.

El pobre conejo de soportar durante un largo rato las burlas del burro y así como las de otros animales que se unieron a la chanza.

Paso un tiempo y el burro llegó a un establo donde tres hermosos caballos estaban comiendo heno.  Al verlo los caballos comenzaron a reírse.

-Miren que orejas más grandes y ridículas tiene este amigo, dijo uno de los corceles.

-Sí parece un conejo, ¡Ja, ja!, dijo otro.

El burro se sintió ridiculizado y trató de salir, pero los caballos lo interceptaron y lo hicieron víctima de sus burlas.  Horas más tarde, el animal yacía en su establo, llorando por lo que le había sucedido.  Entonces recordó que el conejo de quien él se había burlado, también había sentido lo que él sufría ahora, y eso lo hizo sentir más  afligido

Castell d’iere, 29 de Agosto 1997

Moraleja
“Vemos defectos en otros sin
percatarnos que nosotros también
los tenemos”.




EL ELEFANTE Y LA CORNACA

Trabajaba en un circo una cornaca quien era, junto a su elefante, la atracción principal del espectáculo.  Ni los payasos con sus ropajes coloridos y sus pelucas multicolores; ni los leones con sus gruñidos que erizaban los leones, ni los monos tan divertidos en su natural acrobacia, lograban opacar la majestuosidad de aquel enorme animal de larga trompa.

-Sigo siendo la estrella principal del espectáculo, nadie brilla en el firmamento circense como lo hago yo, decía altanero el domador de elefantes.

Pero el elefante fue debilitándose por el paso del tiempo y su habilidad, así como su fortaleza, sufrió un gran desmedro.  Llegó un momento en que el indefenso y envejecido animal ya no podía ni sostener el peso de su propio cuerpo enfurecido porque su número artístico se había convertido en u  simple relleno del show, el cornada comenzó a maltratar al elefante quien a parte de la mala alimentación tenía que sufrir también el malhumor de su amo.

-Ingrato eres, vil hombre, se quejó el animal.  No me falta el entusiasmo para realizar mi trabajo, lo que me faltan son las fuerzas de otros tiempos para complacerte. Reconoce al menos las satisfacciones que te brindé en el pasado, ya que ahora me juzgas con severidad e incomprensión.

El hombre perdió su trabajo, pero el elefante fue donado a un parque zoológico.

Haigerloch, 11 de Agosto de 1997


Moraleja
“Tengamos presente cuando juzguemos
a alguien, los méritos que obtuvo en
el pasado”.





EL PEZ INDISCRETO

En la desembocadura de un río habitaba un grupo de salmones, donde uno de ellos tenía por costumbre divulgar todo aquello que escuchaba.  No está demás decir que el acusón aumentaba el chisme con invenciones de su propia cosecha.

-Como sigas cultivando la fea costumbre de ir esparciendo las conversaciones privadas de los demás, vas a caer en desgracia, le decía su madre.

Pero el salmoncito no hizo aso y siguió en sus andanzas.  A los pocos días, una pequeña barca con tres tripulantes llegó hasta la desembocadura, pues, otros pescadores les habían informado que en esa zona se encontraban salmones de hasta metro y medio.

-Había  que apurarnos, pues, ya está terminando el invierno, dijo uno de los pescadores, conocedor de que al llegar al otoño estos peces tienden a subir por los ríos para desovar.

El salmón indiscreto se encontró en sus andanzas con un enorme gusano que se movía de un lado a otro tratando de zafarse de un gancho metálico.

El pez, sin pensarlo dos veces, se lanzó sobre la provocativa presa.

El desafortunado salmón quedó enganchado en el siniestro anzuelo y, por más que luchó por desprenderse de él, no pudo evitar que lo metieran en la barca sangrando por la lengua.  A los pocos minutos, expiro.

Haigerloch, 10 de Agosto de 1997


Moraleja
“Con frecuencia el chismoso tiende a
caer en desgracia por su propia boca”.




EL TIGRE, EL GORILA Y EL CERDO

Atrapados por un cazador, un tigre, un gorila y un cerdo fueron encerrados en una enorme jaula, a la espera de ser sacrificados.

-Los veo nerviosos, dijo el cazador.  Hoy estoy de buen humor, así que sólo sacrificare a uno de ustedes y a los otros dos los dejaré libres.  Pero dejaré al criterio de ustedes para que elijan a la víctima.

Ya solos, los tres se miraron como preguntándose cuál de ellos pagaría con su vida.

-Creo que lo más justo, es que cada uno de nosotros confiese las maldades que ha cometido. Así sabremos quién de nosotros es el que  merece ser sacrificado.

Los tres capturados estuvieron de cuerdo con la propuesta.  El primero en confesar fue el pintado:

-He matado con estas garras infames muchas cebras y antílopes, inocentes animales que han pagado injustamente mi insaciable voracidad.

Luego habló el cerdo, quien con voz solemne, dijo así:

-Yo no he matado a nadie, pues, mi naturaleza no me pide la sangre ni de inocentes ni de culpables.  Sólo me alimento de vegetales y una que otra vez, he abandonado, sin que mi amo sepa, la porqueriza algunas veces para comer las tiernas espigas de los trigales.

¡Qué!, se escuchó la voz del gorila cómo te has atrevido a traicionar a tu amo, animal sucio y además como si eso fuera poco, has puesto tus asquerosas patas en los tiernos trigales.  ¡Qué barbaridad!, no se diga más.  Ya tenemos al elegido.

Cuando el cerdo iba a ser sacrificado, el tigre y el gorila dormían en algún lugar de la selva, después de haber comido plácidamente.

Haigerloch, 11 de Agosto de 1997


Moraleja
“Los poderosos, aunque sean malvados,
serán juzgados virtuosos, mientras
que el pobre, aunque honesto y bueno,
será juzgado malo y detestable”.




LA ESCALERA QUEJUMBROSA

-Ya estoy harta de que me pisen a cada momento,  todos vienen y posan su calzado sobre mí, acaso no pueden subirse sobre una silla cuando desean poner un clavo en la pared, o les es útil una mesa cuando quieren descolgar un cuadro o acomodar una cortina.

Estas eran algunas de las incontables quejas que por todo el patio de una casa se escuchaba todo el santo día.  La autora era la escalera cuyos peldaños evidenciaban el paso de los años y de los miles de pies que habían ascendido o descendido por ella.

-Ya estás viejita, por eso reniegas tanto, le decía una escoba.

-No seas gruñona y cumple con lo que te corresponde, se escuchaba la atiplada voz de un sucio plumero

La pobre escalera no hacía más que renegar de su suerte y lo más tiste era que ante sus quejas nadie hacia caso.  Una noche, se escuchó  el ulular de unas sirenas, las llamas de un voraz incendio estaban devorando una humilde vivienda donde tres pequeños niños habían quedado atrapados.

-¡Una escalera, una escalera! Gritaban a voz en cuello y con desesperanza los bomberos.  La escalera que tenían no alcanzaba a llegar hasta donde los gritos de los niños se hacían más desesperados.

La vieja escalera se movía de un lado a otro en su afán por colaborar en el rescate.  A los pocos minutos, los niños descendían por ella salvando así su vida.  La madre de los niños tomó la escala y dando un beso en sus astilladas maderas, dijo sollozante:

¡Gracias, escalerita!  Eres una heroína por haber salvado la vida de estos tres angelitos.

Al otro día, un pintor le daba una mano de pintura dejándola como nueva.

Haigerloch, 10 de Agosto de 1997


Moraleja
“Nunca es tarde para descubrir
nuestras habilidades y lo útiles
que podemos ser para los demás”.




EL MONO QUE QUISO SER REY

Se habían reunido en torno a un descampado, un gran número de animales para elegir un rey.  Pero lo que muchos de ellos ignoraban, era que el mono ya había manipulado a varios de los que iban a elegir para que votaran por él.  Como era de esperar, el simio salió elegido y a partir de entonces se volvió un mal gobernante.

-Ningún  pájaro podrá cantar mientras yo esté durmiendo mi siesta, decía el tirano.

Lo que muchos pájaros ignoraban es que no iban a poder trinar, puesto que el mono dormitaba casi todo el día.

-Las liebres y las ardillas podrán descansar después que me hayan traído mis plátanos, sonaba la atronadora voz del mono.


Pero lo que las ágiles liebres y las inquietas ardillas no sabían, era que aquel mono sinvergüenza y panzón comía hasta cuando dormía.

Un día todos los animales se sublevaron y exigieron a su rey que cumpliera con sus obligaciones.

-Nosotros te elegimos para que velaras por nuestra seguridad, no para que te sirvas de nosotros y tú disfrutes de tu haraganería, dijo un castor.

El mono se sintió ofendido, tomó la corona y la arrojó al piso.  Luego, con gran esfuerzo, se fue andando mientras dejaba atrás a un pequeño grupo que barajaba la posibilidad de un nuevo monarca

Haigerloch, 09 de Agosto de 1997


Moraleja
“Hay quienes en vano tratan de
ser aquello para lo que no han nacido”.


  

BORRACHO Y LOS MENDIGOS

En cierta campiña, habitaba un hacendado quien era dueño de una gran cantidad de tierras.

El hombre era conocido en toda la región por preparar los mejores vivos, así como por ser un experto catador.   Pero la mayoría de las veces el campesino se excedía en copas y su estado de ebriedad se hacía muy notorio.  Con el ánimo alegre, el hombre se paseaba por el pueblo invitando tragos, a todo  el que se encontraba con él, y regalando sustanciosas propinas a todo mendigo que se la pedía.

-¡Qué Señor, más generoso!, decían los beneficiados mientras bebían con fruición el licor invitado.

-¡Si es un pan de Dios!, clamaban los mendigos a viva voz mientras guardaban en sus bolsas con mucho recelo el dinero recibido.

Pero lo curioso era que cuando al campesino se le pasaba la cruda, volvía a ser el hombre insociable y mezquino de siempre, de ahí que cuando los mendigos se avecinaban a su casa, el hombre los arrojaba de mala manera, provocando la confusión entre los pordioseros.

-¡Hombre miserable y tacaño!  le decían los mendigos al ver que sus peticiones no encontraban eco.

-¡Borracho mal educado, repetían incansablemente aquellos a quien el hombre ya no agasajaba con invitaciones.

A los pocos días, el hombre volvía a sus andanzas y todo volvía a ser como antes: pasando de generoso a tacaño y de pan de Dios a borracho.

Haigerloch, 23 de Julio de 1997


Moraleja
“Los vicios suelen acarrear
pensamientos falsos”.




EL POLLITO MENTIROSO

Vivía en un gallinero un pequeño pollito cuyas travesuras sabía muy bien asolapar a través de una mentira.

¿Dónde has estado, que tienes las plumas cubiertas de barro?  Preguntaba la madre.

El pollito, lejos de ponerse nervioso, inventó una buena excusa para salir del paso y ocultar el hecho en que había estado jugando en la charca de los patos.

Al día siguiente, la madre volvió a buscar a sui pequeñuelo, pero este no aparecía por ningún sitio.   Cansada de llamarlo, la gallina comenzó a recorrer los lugares más inusuales; fue entonces cuando sintió el piar del pollito cerca de la porqueriza.  Cuando llegó hasta allí, encontró al pollito peleando con dos cerditos.  Ahí lo dejó, sin que el pequeño se diera cuenta de la presencia de la madre.  Más tarde, a la hora de comer, la gallina le preguntó:

-¿Dónde has estado pequeñín?

El pollito, de inmediato, contestó:

-Estuve ayudando a la señora pata a limpiar la poza.

La gallina lo cogió de una alita y le dijo:

-Estás seguro de que  estuviste con la señora pata.

-Sí, mamá, contestó el pollito mentiroso.

-Bien, hijo mío, dijo la madre.  Cómo no habría de creer en ti, si te quiero tanto.

Dicho esto, la gallina hundió su pico entre las plumas del pollito y se marchó.

Aquella, mientras todos en el corral dormían, se escuchó una suave voz que decía:

-Perdóname, mamita, te he mentido y me siento muy mal.  Pero te prometo que nunca más volveré a decir una mentira.

La madre, conmovida, lo cubrió con el ala y lo meció hasta que lo sintió dormido.  Luego miro hacia el cielo y en silencio musitó una oración.

Haigerloch, 19 de Agosto de 1997


Moraleja
“El que encubre sus pecados no
prosperará, pero el que los confiesa
y se aparta del mal camino podrá
alcanzar el perdón”.




LA MARIPOSA Y LA LAGARTIJA

Sobre un ramo de jacintos, una mariposa amarilla dibujaba su vuelo en volteretas mágicas y coloras.  El paso de una amenazadora y veloz sombra hizo que una lagartija huyera presurosa y se escondiera entre unas piedras.  La mariposa se acercó hasta donde estaba oculto el pequeño lagarto y le dijo:

-No puedes estar huyendo de esa manera, amiguita.  He observado que ante cualquier sombra huyes a refugiarte en cualquier lugar, como si tu vida se viera amenazada.

La lagartija asomó su pequeña y alargada cabeza y dejo pausadamente, mientras sus ojos se movían de un lado para otro:

-Quizá tengas razón pequeña alífera, pero la vida agitada de estos lares me ha enseñado que hay que actuar con cautela para evitar servir de alimento a tanto depredador que anda por ahí.

La mariposa se sonrió y continuó su vuelo alrededor de los jacintos.  Cuando se posó tranquilamente sobre una de las flores para tomar su polen, un pequeño mirlo descendió como una saeta y fuertemente aprisionó a la pequeña mariposa entre su fuerte pico.  La lagartija, que se había animado a salir de su escondite, corrió hasta unas cálidas piedras donde se dispuso a comer una pequeña ala de mariposa amarilla que encontró en su camino.

Haigerloch, 04 de Agosto de 1997


Moraleja
“Nunca estará demás un poco
de precaución antes de llevar a
cabo nuestros actos”.




LA MANO DERECHA

-Ya me tienes harta con tus opiniones de que eres más fuerte que yo, que eres, más ágil, que como tú no hay otra, se quejaba la mano izquierda.

La mano derecha la miraba con burla, como diciéndole que sus quejas no eran más que lamentos por la impotencia de no poder superarla.  Un día llegó de visita un hombre que escribía con las dos manos, lo cual dejó intrigadas a las contendoras.

Más aún cuando escucharon que si bien las personas zurdas eran una minoría, estas alcanzan a nivel mundial la astronómica cifra de trescientos millones de zurdos.  El recién llegado seguía hablando sin parar, como si la mano izquierda lo hubiera llamado para que la defendiera y tapara la boca de aquella deslenguada mano.

-Puede ser que a una persona zurda le moleste el que muchos de los artículos domésticos estén diseñados y dispuestos a conveniencia del diestro, proseguía diciendo el hombre, como por ejemplo el grifo de agua, que siempre suele hallarse a la derecha del fregadero, al parecer porque es el que más se usa.  Lo mismo ocurre con los mandos y el sintonizador del televisor.

El hombre seguía hablando sin parar, provocando en la mano izquierda una gran algarabía.

-En la actualidad, hay muchas herramientas y artículos domésticos – tijeras, abrelatas, peladores y paletas de albañil – diseñados para zurdos.

A mi parecer, ambas manos son importantes, concluyó el hombre.

La mano derecha no pudo ocultar su disgusto, más aún cuando el hombre, al despedirse del dueño de casa lo hizo con la mano izquierda.
Haigerloch, 18 de Agosto de 1997


Moraleja
“A veces nos sentimos solos en
el mundo, sin saber que nunca
estaremos realmente solos”.




EL COCODRILO Y EL MONO

Cerca a un río cenagoso habitaba un cocodrilo cuyo hambre voraz lo tenía siempre al acecho de alguna despreocupada víctima.

Un día se le acercó un pequeño mono y le dijo:

-Señor cocodrilo, veo que usted tiene un hambre insaciable y eso me preocupa mucho, pues, a este río acostumbra venir a beber agua un amigo muy querido.

-Y, ¿quién es ese amigo tuyo, lindo monito?, lo interrumpió el cocodrilo mientras su larga lengua recorría sus filudos dientes buscando calmar su ansiedad.

-Es mi amigo antílope, quien ya caída la tarde, satisface su sed en esta agua, respondió el mono ingenuamente.

El viejo saurio prometió al simio que no pondría al antílope en su dieta .  Pero al otro día, el cocodrilo devoró al rumiante a pesar de su promesa.

-Vaya que sí estuvo delicioso, fue el comentario del larguirucho reptil.

El mono, indignado por la actitud del cocodrilo traidor y dolido en lo más hondo pro la pérdida de su amigo, se subió a una alta palmera para vengar la muerte de su amigo.  Conocedor del lugar en donde el cocodrilo depositaba sus huevos, el mono comenzó a arrojar sobre estos los cocos que arrancaba del árbol.  Uno a uno los blancos ovoides estallaban como producto der la dureza y fuerza con que el mono arrojaba los dátiles.  Los ruegos, lamentos y llantos del cocodrilo no pudieron aplacar la furia de aquel mono que veía así vengada la desaparición de su amigo el antílope.

Haigerloch, 24 de Agosto de 1997


Moraleja
“No despreciemos a nadie, pues,
no hay ningún ser tan débil que
no pueda vengar una ofensa con
el tiempo”.




EL PADRE, EL HIJO Y EL CABALLO

Un padre acostumbraba llamar al orden a su hijo cada vez que este se iba por el camino torcido.

-Si no te amara hijo mío no me preocuparía por tu bienestar.  Cuando muera, quiero dejar tras de mi a un hombre que se me parezca.  No puedo cerrar mis ojos a tu mal proceder, sino te castigo ahora, mientras eres niño, más tarde te revelaras y no obedecerás a nadie.

El niño parecía escuchar con atención y receptividad, pero apenas el padre se daba vuelta, volvía a hacer de las suyas.  Las quejas por las malacrianzas del pequeño empezaban por la mañana y terminaban muy entrada la tarde.  No había vecino que no presentara su queja al padre del muchacho.  Una mañana, el padre salió muy temprano y regresó al medio día con un caballo atado a su mula.  Luego de colocar el caballo en el establo, el padre llamó a su hijo quien aún se hallaba durmiendo:

-Bien hijo, te he comprado este caballo porque sé que siempre has soñado con tener uno.

El niño no salía de su asombro y de inmediato trató de acercarse al caballo quien al sentir la presencia del niño, se encabritó.

-Ves hijo mío, lo que sucede con este animal a quien se le dejó crecer en estado salvaje y no se le domesticó  cuando era un retoño.  Un caballo chúcaro no se puede montar porque es bravío, de igual manera, un hijo abandonado a sus caprichos se vuelve un insolente.

El niño comprendió el mensaje de su padre y a partir de ese día su comportamiento cambió rotundamente, no sólo por haber resido un caballo de regalo, sino porque el padre había llegado al corazón y al entendimiento del hijo amado.

Haigerloch, 26 de Agosto de 1997


Moraleja
“La mano dura en la educación
de los niños siempre es necesaria”.



  
EL LEÓN, EL ELEFANTE Y LA JIRAFA

Habiendo caído un león  en una trampa, comenzó a rugir con todas sus fuerzas tratando así de llamar la atención de algún león o leona que acudiera en su ayuda.  El pozo donde estaba era bastante profundo, de ahí que sus infructuosos saltos por tratar de salir lo pusieran más nervioso a medida que pasaban las horas.  Quiso el destino que un elefante escuchara aquellos rugidos desesperados y se avecinara hasta el pozo.

-Veo que estás en serios apuros, muchacho, dijo el elefante mientras medía las posibilidades de ayuda que podía brindar a su amigo.

Para desconcierto del recién llegado, el león se mostró soberbio.

-Quién te llamó a ti, trompudo.  Crees que no tengo amigos entre los de mi especie, pues, te equivocas de cabo a rabo, así que mejor será que te marches.

El elefante, quien se disponía ya a dejar caer su trompa en el pozo para que por ella subiera el melenudo animal, se retiró molesto.

El león siguió rugiendo, ahora con más energía, pues, sabía que en cualquier momento podían llegar los cazadores que habían colocado la trampa.  Pero las horas pasaban y no llegaban ni los que habían colocado la trampa ni la ayuda que el felino esperaba con ansia.

Casi en la madrugada apareció una jirafa, quien con tímida voz interrogó al león:

-Si necesitas ayuda, amigo, puedo ofrecerte mi largo y duro cuello por donde podrías trepar ¿Qué dices?

El león sacudió su melena y casi colérico, el contestó:

-Lárgate por dónde has venido pescuezudo, si no quieres que e arranque la cabeza de un solo golpe.

La jirafa se fue desconcertada de ver a aquel tonto que ponía en peligro su vida inútilmente.  El león siguió rugiendo hasta que la voz se le puso ronca.  Cuando ya el sol dejaba caer sus rayos verticalmente, la jirafa y el elefante vieron pasar al león quien ahora estaba inerte, con las patas sujetas a un tronco que sostenía su pesado cuerpo.

Aquel cuerpo cuya cabeza iría a formar parte de uno de los tantos trofeos que el cazador que dirigía el grupo, luciría orgulloso en la sala de su casa

Haigerloch, 28 de Agosto de 1997


Moraleja
“No desaprovechemos las
oportunidades porque muchas
veces éstas no se repiten”.




LOS PAYASOS Y LOS TIGRES

En un circo trabajaba  un domador que tenía tres tigres, con los cuales se constituía en uno de los actos más esperados por la multitud que tarde a tarde llenaba las instalaciones.

-Ya estoy harto de que ese tonto haga resonar su látigo  cerca de mis orejas, dijo el más bigotón de todos.

-Un día le arrancaré la cabeza de un zarpazo, dijo el más viejo.

-Y yo le arañaré la espalda para que siempre se acuerde de mi, dijo  el más joven, mientras los otros dos estallaban en carcajadas.  Más cuando el domador apareció, los cuatro como si se hubieran puesto de acuerdo hicieron silencio.

En la función de aquel día, el látigo estalló en el aire como nunca.  A cada orden del domador los felinos obedecían inmediatamente, sumisos y concentrados de lleno en lo que hacían.  Al otro día los tigres acordaron desobedecer las órdenes del amo, exigiendo un trato mejor.

-Si no nos revelamos, muchachos, seremos maltratados siempre.  Miren a esos payasos como los aplauden por decir cuatro tonterías, mientras que a nosotros, que arriesgamos nuestro pellejo pasando por esos aros de fuego, nos hacen resonar ese látigo incesantemente.

Así, unidos en su rebelión, lo tigres acordaron que en la función nocturna desacatarían toda orden.  Aquella noche los latigazos tocaron carne por primera vez, la carne de aquellos felinos rebeldes, quienes al sentir la dura cuerda en el cuerpo, se apresuraron a realizar sus acrobacias con el mayor esmero posible, mientras alrededor de la jaula varios payasos corrían de un lado a otro haciendo sus monerías, contando chistes para deleite de niños y adultos y haciendo que la gente ignorara por un instante la presencia de aquellos cuatro hermosos tigres.

Haigerloch, 26 de Agosto de 1997

Moraleja
“Los testarudos necesitan
siempre un trato más severo”.




NADADOR PRETENCIOSO

Estaba un millonario nadando en una playa, cuando una fuerte corriente lo arrastro mar adentro.  De suerte logró aferrarse a un apolillado madero que flotaba a la deriva. Así permaneció el nadador durante muchas hora avistando a las solitarias gaviotas que no cesaban de acercársele llenas de curiosidad.  Rato después, ya casi anocheciendo, un pescador en un bote a remos se ofreció ayudarlos.

-Está usted loco, dijo el millonario, cómo se le ocurre que un hombre de mi posición va a abordar una embarcación tan corriente.

El pescador lo miró con curiosidad y, pensando que estaba loco, se alejó del lugar.  Allí permaneció aquel hombre vanidoso y testarudo, sufriendo las inclemencias del frío nocturnal.  Al amanecer, una lancha a motor lo avistó y también el tripulante le ofreció su ayuda.


-Ni lo piense, amigo, dijo el nadador.  Jamás en mi vida he subido a una lancha, sólo he viajado en trasatlánticos y no voy a subir en esta embarcación insignificante.

El dueño de la lancha se marchó pensando, al igual que el pescador, de que aquel hombre estaba falto de sesos, luego aparecieron varias embarcaciones de todo tamaño y lujo pero ninguna satisfizo las exigencias del millonario.  A la semana, apareció un enorme y lujoso trasatlántico.  El capitán de la embarcación gritó a través de un altavoz:

-Hombre al agua.

A los pocos minutos, dos marineros subían el cadáver de un hombre millonario que se dio el lujo, aunque muerto, de subir en una embarcación digna de su realeza.

Haigerloch, 24 de Agosto de 1997


Moraleja
“La vanidad no nos puede
llevar a nada positivo”.




EL GUARDIÁN Y LOS MANDRILES

Un grupo de mandriles se habituaron a armar alboroto a la hora de la cena, la cual consideraban que se les servía muy tarde.

El guardián encargado de alimentarlos se enfadaba muchísimo, ya que con sus chillidos asustan a los tímidos ruiseñores quienes cesaban sus trinos desde lo alto de lo alto de los eucaliptos.

-Les advierto mentecatos, que como sigan dando esos alaridos enajenados, los voy a dejar sin comer una semana, decía muy enfadado el encargado.

-¡Ja! ¡Ja!, no nos asustan tus amenazas, viejo bobo.  Mira Como temblamos de miedo.

Las burlas de los simios iban acompañados de exóticos bailes que hacían el deleite de las pocas personas que aún quedaban en el parque y esto enfurecía al cancerbero.  Una tarde, el hombre les dijo a los simios:

-Bien, pequeños monstruos, a partir de ahora comienza el ayuno.  Ya me cansé de hablarles en buenas maneras y advertirles que no molestaran, veo que no les interesó mis advertencias.  Muchas madres mandriles reclamaron, pues, ellas no participaban de los desordenes.  Pero al ver que no podía determinar a los culpables, el guardián optó por castigarlos a todos.

Haigerloch, 09 de Agosto de 1997


Moraleja
“Es frecuente que ante hechos
funestos, justos paguen por lo
que otros hicieron”




LA HIENA EMBUSTERA

Las luchas constantes que sostenían una manada de hienas, llevó a los miembros mayores a realizar una convocatoria para buscar una solución a las querellas.

-Bueno, dijo una de ellas, ha llegado la hora de poner las barbas en remojo y buscar la mejor solución a nuestros problemas.  Escucharemos los compartires.

Todos los que hablaron concluyeron en que era una necedad estar peleando por las piezas capturadas, cuando lo justo era reunir lo cazado y luego repartir en partes iguales.  Una hiena manchada se ofreció a transportar a las víctimas hasta la cueva donde se haría la partición.

Solucionadas las contrariedades se inicio la cacería.  Pero surgió el inconveniente de que cada vez que se hacía el reparto, faltaba una cabeza o una pata de las víctimas reunidas.

-¡Hum!, esto es muy raro, decían algunos de los afectados, mientras clavaban sus ojos acusadores en la hiena encargada del transporte, quien había engordado considerablemente.

Desde ese día la ladrona fue puesta en observación, hasta el día en que fue descubierta infraganti.  De ahí para adelante, su trabajo se duplicó, peor su ración de alimento se rebajó a la tercera parte cuando recuperó su peso habitual y eliminó el hurto de sus costumbres nuevamente la hiena fue incorporada al grupo.

Haigerloch, 10 de Agosto de 1997


Moraleja
“Un buen castigo es el mejor
correctivo a nuestros malos hábitos”.





EL PINGÜINO SABELOTODO

En una comunidad de pingüinos, vivía un enorme ejemplar que siempre creía tener razón. Cuando algún pingüino saltaba de alegría por el hecho de haber tenido un hijo, el sabelotodo dejaba escapar algún comentario que ponía de mal humor al pobre padre.

-¡Bah! Una cría, eso no es nada. El mes pasado mi pareja tuvo dos y vayan a ver nomás el tamaño que tenían. 

Cuando alguien halagaba a algún pingüinito por la rapidez y destreza con que empezaba a nadar, el pingüino sabio intervenía de inmediato.

¡Qué! , eso no es nada, cuando yo era pequeño lo hacía mejor.  Siempre fui un gran nadador, todo un campeón entre las olas y la espuma.

Los padres de los ofendidos refunfuñaban y apretaban sus picos sin poder ocultar su desazón. Cierto día en que la colonia fue atacada por unos halcones, todos los pingüinos echaron a correr en busca de refugio.  Lo curioso fue que el pingüino sabelotodo desapareció en un instante.

Vaya, vaya!, dijo uno de los más viejos pingüinos.  Veo que también ocultándote eres el primero.  Dónde está tu valor, dónde tu solidaridad que avale tu sabiduría y grandeza.  La justicia y la sapiencia se siembra en la paz y la bondad, pero veo que aquello no existe para ti.

Fueron varios los días en que el avergonzado pingüino no permaneció en su escondite.  Los más pequeños, en son de burla, cada vez que se cruzaban con él, le decían:

-¡Cuidado con los halcones!

Haigerloch, 13 de Agosto de 1997


Moraleja
“Si alguien se cree sabio y bien
educado que lo demuestre con
su bondad, y que su conducta sea


un ejemplo para los demás”.





EL CHANCHITO ENGREÍDO

En una porqueriza, vivía un chanchito que todos los días hacía problemas a la hora de la comida.  La culpa era de su madre quien no lo había corregido desde que era un pequeño lechoncito.

-      Yo no voy a comer esas corontas feas que traen todas las mañanas.  Así que mejor se las pueden llevar, decía el majadero.

Y la muchacha encargada de darles de comer buscaba las mazorcas más tiernas. Todas las mañanas se repetía el mismo ceremonial.

-      ¡No me gusta la coronta!  ¡Yo no como eso!   ¡Sólo quiero granos de maíz!

Pero un día la muchacha enfermó y, por recomendación del médico, tuvo que permanecer un mes en reposo.  Fue entonces que el nuevo encargado resultó ser un viejo cascarrabias que o estaba dispuesto a soportar a ningún marrano malcriado.

-      ¡Ajá!, marranito consentido, así que no vas a comer, no.  Pues ahora veremos qué es más fuerte.  Tu negativa a comer o tu apetito.
Dicho esto, el anciano volcó a los pies del marrano unas cuantas corontas de las más duras que pudo conseguir.  Todos los días el viejo se acercaba para ver al testarudo chanchito quien no probaba la comida.

-      Ya comerás, gordito, ya comerás, decía el viejo burlonamente aumentado la cólera del puerco.

A los cinco días, el viejo retiró las corontas y a los siete el chanchito suplicaba que aunque sea le dieran un tronquito para comer.

-      Ya ves, muchachito, que te decía, el hambre mata la soberbia, el hambre nos hace reflexionar ¡Ja!, ¡Ja!, ¡Ja!


Haigerloch, 08 de Agosto de 1997


Moraleja
"No se debe hacer discriminaciones
con los alimentos, pues, debemos
estar preparados para cualquier
necesidad".





EL FARO Y EL BARCO

Un barco iba a despegar de una bahía cuando el faro le dijo:

-      Despídete de mí, maleducado, no olvides que en la oscuridad de la noche yo soy quien te guía. Veo que me miras con desprecio, porque su soberbia y autosuficiencia te dominan.

-      Cállate, Polifemo, que yo no necesito de la ayuda de un tuerto.  ¡Ja, Ja, Ja! Decía burlonamente el insensato.  Para mí son suficientes los ojos de mi timonel, así que mejor apágate y no molestes.

El faro quiso seguir hablando pero el barco ignoró las palabras de la enorme torre y, siguiendo la voluntad del timonel, se internó en el mar.  Todo el trayecto de la embarcación fue normal, hasta el momento aquel en que arreció una fuerte e inesperada tormenta.  En vano el barco guiado por el timonel, buscó la luz intermitente del faro para poder llegar a la costa.  Este, algo ofendido en su amor propio, se había quedado dormido y por ello el fanal de la alta torre no emitía su Luz salvadora.  En vano el barco invocó al dios Neptuno, rey de los mares, su ayuda, pues, la fuerte tormenta lo arrastró contra los arrecifes, cuyas fuertes y filudas rocas perforaron sus costados hundiéndose rápidamente e inevitablemente.  Cuando el faro se enteró de la tragedia, sólo atinó a decir.

-      Si me hubiera respetado y escuchado mis consejos, nada le hubiera pasado.


Haigerloch, 14 de Agosto de 1997


Moraleja
“Cuando niños, debemos dejarnos
guiar por nuestros padres y maestros,
pues, ellos son la guía a nuestros
primeros pasos”.


*Alusión al más célebre de los cíclopes (gigantes de un  solo ojo).  Polifemo era hijo de Poseidón, dios griego del Mar, que corresponde al Neptuno de los romanos. (Nota del autor).





LA HIGUERA Y LA PARRA

Un hortelano, viendo que su huerta sufría constantes robos durante la noche, contrató los servicios de un sereno para poner fin a ello.

Los primeros días no sucedió nada, pero antes de cumplirse la semana, un harapiento muchacho fue capturado mientras pretendía sustraer los frutos de una higuera.

-      ¡Ajá!  Por fin  te atrapamos ladronzuelo.  Ahora verás lo que reciben los sinvergüenzas como tú.
Uno de los pequeños hijos del hortelano intervino para evitar que el ladrón recibiera un zurriagazo. El padre aceptó la petición del hijo y dejó ir al ladrón, no sin antes llamar a todos sus hijos y decirles:

-      Tengan cuidado hijos míos de no caer en la tentación de tomar los bienes ajenos. Vean esta higuera.  ¿Qué fruto da?  Pues, higos y nada más que eso.  ¿Y esta parra?  Pues, uvas y nada más que uvas.  De igual manera, el hombre de corazón malvado sólo realizará malas acciones.

Los pequeños muchachos abrazaron a su padre y celebraron la sabiduría con que sabía explicar las cosas.


Haigerloch, 02 de Agosto de 1997


Moraleja
“A las personas se les conoce
por sus acciones”.



  

EL GALLO DESINFORMADO

-      ¡Qué barbaridad!  Hasta cuándo vamos a dejar que ese gallo ignoran siga cantando a cualquier hora, cojo si fuera fácil conciliar el sueño.

Estos comentarios eran habituales entre los vecinos de aquel gallo que no tenía la más mínima noción de las horas en que debía estirar el pescuezo, endurecer la cresta y cantar.  El cantaba a cualquier hora, que se le antojaba, sin importarle si alguien llegaba tarde a la oficina por haber esperado su canto como sitial de levantarse.  Es decir, aquel gallito currutaco  no era útil ni como indicador de las primeras horas matutinas.

-      Cállate, gallo condenado, sino quieres que mañana te clave de cabeza en la olla.  Ya me has traído muchas quejas de parte de los vecinos quienes ya está cansados de que seas tan inoportuno.  Sino fuera porque te necesito para que las gallinas pongan sus huevos, hace rato que te hubiera cortado ese largo pescuezo.

Pero lo alimentos del dueño no hacían mella en el gallo, quien a pesar de los pescozones que recibía, continuaba en su actitud rebelde.


Pero como para todo testarudo no falta una contraparte, fueron unos gatos vagabundos quienes se encargaron de aquel gallo que despertaba a los vecinos poniéndolos alerta, impidiendo así que se metieran a las casas para hacerse de algún alimento.  Todos se sintieron aliviados con la desaparición de aquel gallo lechuguino que tantas malanoches les hacía pasar, aun cuando tuvieran que soportar los frecuentes hurtos de los felinos.


Haigerloch, 02 Agosto de 1997


Moraleja
“En cabeza del testarudo las
llamadas de atención no encuentran
cabida”.





EL MOSQUITO, LA MOSCA, EL CAMALEÓN

Volaba sobre una charca una mosca cuando vio a un mosquito posado sobre un pequeño junco.

-      ¡Hola!, quieres que volemos juntos, dijo la mosca buscando hacer amistad con el mosquito.
Este aceptó y así estuvieron sobrevolando un buen rato, hasta que la mosca vio a una avispa y de inmediato se puso a conversar con ella.  Cuando la avispa se marchó, el mosquito le dijo a la mosca:

-      Oye, amiga, veo que hacer amistades con mucha facilidad, no crees que deberías ser más cuidadosa.

-      No seas tonto, qué me puede pasar, soy el insecto más veloz que pueda existir, o es que acaso o sabes que mis alitas me sirven para escapar de mis enemigos velozmente

El mosquito se alejó porque tenía que regresar con su familia y dejó a la mosca sobrevolando de aquí para allá.  A los pocos días, la mosca encontró en su vuelo vespertino a un extraño animal que permanecía quieto como un tronco seco.  Era un pequeño camaleón, que al ver a aquel provocativo insecto, comenzó a cambiar de colores incesantemente buscando llamar su atención.

-      ¿Qué raro eres, amigo, cómo haces para cambiar de colores tan fácilmente?, preguntó el insecto.

El reptil encontró la oportunidad que estaba esperando. Entonces le dijo a la mosca.
-      Acércate un poco y podrás apreciar mejor mis colores, dijo el camaleón clavando su mirada en aquel insecto alado que limpiaba sus patas y su cabeza con gran esmero.

La lengua alargada y pegajosa del camaleón entró y salió de su boca con una rapidez asombrosa.  Para la mosca todo fue oscuridad y silencio.  Ahí quedó aquella insensata que no quiso escuchar los sabios consejos del pequeño mosquito.


Castell díeri, 08 de Setiembre de 1997


Moraleja
“Si quieres un amigo comienza
por probarlo y no confíes en él
inmediatamente”.





LA POLILLA Y EL LADRÓN

Un ladrón se introdujo en una casa aprovechando la ausencia de los dueños.  A lo primero que echó mano fue a todas las joyas que encontró: sortijas, cadenas, pulseras y medallones de filigrana.


-      Esto sí que está bueno, lo que se llama un buen golpe, con todo esto no trabajaré por lo menos un par de meses, díjose el ratero mientras se frotaba las manos con satisfacción.

Así estuvo dando vueltas por todos lados, hasta que abrió los armarios y encontró varios abrigos de visón.

-      ¡Uy!, esto se está poniendo bueno, que bellos abrigos, por esta ropa me darán buen dinero.

Cuando el hombre quiso tomar los abrigos una suave voz se dejó escuchar:

-      Oye, tú, facineroso. Dónde crees que vas con esos abrigos, no te es suficiente con todo ese oro que te estás llevando.  Déjame algo para mí, no seas ambicioso, es que acaso piensas que yo no tengo derecho a comer.

El ladrón disfrutó de la ocurrencia de aquella polilla y cerrando la puerta se marchó.


Haigerloch, 09 de Agosto de 1997
  

Moraleja
“El que delinque encuentra
siempre un aliado para sus
fechorías”.




LA MADRE Y EL NIÑO

Acostumbraba un niño a lanzar piedras con su resortera a todos los pájaros que se posaban en los árboles que crecían cerca de su casa.  No había ave que no sintiera zumbar junto a sus plumas los veloces meteoritos que el niño no se cansaba de tirar. 

Un día su progenitora lo sorprendió en pleno ejercicio y, con la serenidad propia de una madre le dijo:

-      Hijo mío, crees que está bien que golpees a aquellos indefensos pajaritos.

El niño refunfuñando dijo a su madre:

-      Esos pájaros no hacen nada, mamá.  Sólo saben comer lo que nosotros les damos, son unos seres ociosos.
La madre contempló a su hijo con ternura y tomándole los cabellos le contestó:

-      Hijo mío, la vida es mucho más que el alimento.  Las aves no siembran ni cosechan, y sin embargo Dios los alimenta porque son creaciones de él, también son sus hijos como nosotros.  Ellas nos brindan su trino matutino, que es un canto dulce, sereno y reposado.  Abre tu corazón a esa música natural y tu espíritu se fortalecerá.  Ellas también tienen derecho a la vida.

El niño se sintió avergonzado y entristecido.  Esa noche, mientras todos dormían, el niño cogió su resortera y la arrojó a la basura: Al otro día, muy temprano, unos mirlos dejaban oír su canto, mientras una angelical sonrisa se dibujaba en el rostro del niño.


Haigerloch, 08 de Agosto de 1997


Moraleja
“El amor de Dios es tan grande
que se preocupa por los
necesitados e indefensos”.





LAS GRULLAS Y EL CIGOÑINO

Debido a que sus padres tenían que hacer un largo viaje, unas cigüeñas encargaron a su pequeño hijo al cuidado de una grullas.  Conocedoras de que el pequeño cigoñino era muy travieso, sus padres se preocuparon en darle las recomendaciones adecuadas.

-      Mira muchacho, le dijeron, cuidado con pasarte de listo y hacer travesuras, pues, debes respetar a quienes te van a cuidar.  No pelees con las pequeñas grullas, quiérelas como si fueran tus parientes.

La pequeña ave asintió con la cabeza y se despidió cariñosamente de sus progenitores.

A los pocos días, las grullas empezaron a notar que sus crías se salían del nido sin permiso alguno, siguiendo los pasos del pequeño cigoñino que no hacía el menor caso a las órdenes y recomendaciones que se le daba.  También, en pocas semanas, las grullitas aprendieron a mentir, a pelear entre ellos y a faltarles el respeto a sus padres

Alarmado,  el padre de los críos emprendió un largo vuelo en busca de los padres de aquel pequeño monstruo que ya resultaba incontrolable.  Ya de regreso, las cigüeñas dieron una buena zurra al pequeño malcriado, quien hubo de modificar sus malas costumbres, pues, sus padres no estaban dispuesto a criar a un majadero y maleducado cigoñino.


Haigerloch, 05 de Agosto de 1997


Moraleja
“Los malos hábitos se adquieren
con suma facilidad”.





EL NIÑO Y EL LADRÓN

“Paráfrasis de una narración del señor Kevner de Bertold Brech.


Estaba un niño jugando en un parque, cuando se le acercó un ladrón y le dijo:

-      Oye tú, niño, descarga tus bolsillos y dame todas las monedas que tengas.

El niño, sumiso y obediente, entregó al amigo de lo ajeno hasta el último centavo que tenía.  Al otro día, el mal hombre volvió a aparecer y nuevamente el niño fue despojado de aquel dinero destinado a comprarse helados y dulces.  Un hombre que había observado la escena intervino  y preguntó al muchacho:

-      Dime pequeñuelo, tú no sabes gritar.

-      No señor, respondió el niño sumamente cariacontecido por el despojo sufrido.

-      ¡Ah! Caramba, eso no es bueno, pues, serás fácil víctima de los ladrones.

Dicho esto, el hombre quitó al niño el trompo con el que jugaba y se marchó lentamente.


Haigerloch, 05  de Agosto de 1997


Moraleja
“El que pide recibe, el que busca
encuentra y el que no clama justicia
no la recibirá”.





EL ASNO Y LA PANDERETA

Estaba un oso habituado al sonido de la pandereta, de suerte que cuando su amo hacía sonar el instrumento, el enorme animal se ponía a bailar hasta que este cesaba de vibrar.

-      Qué oso más inteligente, decía la gente que se detenía a mirarlo, admirando la gracia con que el animal danzaba y se movía al compás de la música.

Así pasó el oso gran tiempo de su existencia andando de pueblo en pueblo, divirtiendo a la gente con sus gracias y sus bailes y llenando la bolsa de su amo.  Esto último, fue lo que atrajo la atención de un ladronzuelo quien, sigilosamente ofreció al bailarín una rica poción de miel de abeja la cual resultó estímulo suficiente para que el desdichado animal se fuera tras aquel mal hombre.  Para suerte del dueño, el ladrón y el animal fueron vistos por un guardabosques, quien de inmediato alertó a al policía para que detuvieran al bribón.  La reprimenda recibida por el oso fue tan severa, que nunca más hizo caso a extraño alguno, aún cuando abundaron las pociones de miel.

Haigerloch, 18 de Julio de 1997

  
Moraleja
“Por obedecer a extraños
podemos caer en desgracia”.





LA HORMIGA Y LA CIGARRA

Pasaba una hormiguita por un camino llevando con gran esfuerzo un trozo de maíz, cuando escuchó el suave canto de una cigarra que, echada sobre una hoja de higuera, tocaba con gran entusiasmo una mandolina.

-      ¡Hola!, pequeñita, qué llevas ahí con tanto esfuerzo, preguntó la cigarra.

-      Llevo un trozo de maíz para guardarlo en mi hormiguero, respondió el pequeño insecto.   Pues, en invierno escasea el alimento y por ello nosotras las hormigas somos muy precavidas y guardamos alimento para cuando no haya.

La cigarra, al escuchar eso, dejó a un lado su mandolina y comenzó a reírse con gran escándalo.

-      ¡Ja, ja ja!, que gracioso, guardar comida para tanto tiempo.
La pequeña hormiguita se quedó atontada, pues, consideró que lo que hacía era lo correcto.  Después de un breve diálogo, la cigarra la convenció para que se  quedara con ella y juntas se pusieron a cantar.  Ya entrada la tarde, la hormiga se marchó llevando consigo su pequeño trozo de maíz.

Cuando asomó su cabeza en el hormiguero, las llamadas de atención no se dejaron esperar.

-      Vaya, vaya, por fin apareció nuestra “amiguita”  dijo con voz socarrona una enorme hormiga.

Por ser la primera vez, la hormiga recibió una fuerte llamada de atención, ya que había roto la armonía que reinaba en aquella pequeña comunidad, donde todos sus miembros trabajaban por igual y en horarios establecidos con gran rigidez.

La pobre hormiga volvió a encontrarse con la cigarra cantora y nuevamente se pusieron a cantar.  Cuando la hormiga regresó al hormiguero ya era casi de noche y o llevaba con ella alimento alguno, pues, una avispa ladrona se llevó la comida aprovechando que la dueña estaba cantando.

Esta vez no fue perdonada y fue arrojada del hormiguero por ociosa e irresponsable.  A partir de entonces el pequeño insecto hubo de trabajar el doble de lo que trabajaba antes para conseguir su alimento.


Castell d’ieri, 30 de Setiembre de 1997


Moraleja
“Debemos cuidarnos de los malos
consejos, pues, lejos de ayudarnos

nos pueden perjudicar”.





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